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España España · El Puerto de Santa María
Voto de Fernando Polanco:
6
Romance. Drama Isabelle y Magali son dos amigas que viven en un valle de la Provenza. Isabelle se ha empeñado en casar a Magali, que está viuda y se ha quedado sola tras la marcha de sus hijos, razón por la cual recurre a los anuncios por palabras. (FILMAFFINITY)
17 de enero de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Cuento de Otoño” (1998) Éric Rohmer

Era la primera vez que me enfrentaba a una de las películas de este (cito) “pintor de sensaciones”. La tinta de los periódicos que hicieron eco de su fallecimiento sigue fresca. Es muy difícil juzgar en esta situación la obra de un artista (de un “maestro”, según encabezaron todas las reseñas).
“Cuentos de las cuatro estaciones” es una de esas sagas europeas que poco tienen que ver con las secuelas hollywodienses. Aquí la continuidad de un título no depende de la recaudación ni de estrategias de mercado; este tipo de franquicias se atiene a la reflexión alrededor de un tema o un concepto por parte de un autor. Así, combatiendo la sombra de ilustres como Kieslowski (Tres Colores), Haneke (Trilogía Glaciar) o Von Trier (Trilogía de Los Corazones de Oro), Rohmer habla del amor y el engaño a través de personajes que se relacionan en diferentes épocas del año. “Cuento de Otoño” cierra el ciclo.
La campiña francesa es para Rohmer como su cine: un mundo de mujeres. Los hombres están relegados a un segundo término, por detrás de la naturaleza. Ya en los primeros minutos el autor reescribe un pasaje bíblico en El Edén. Dos mujeres, Eva (Isabelle) y Eva (Magali), se desnudan (emocionalmente) mientras pasean en comunión con el paraje. Hay una tensión sexual en las caricias a las viñas, las ramas se agarran a la ropa. Magali no solo come del fruto sino que lo cultiva, defiende lo salvaje (no quita las retamas porque no quiere utilizar productos químicos) y se considera más “una artesana que una explotadora” (¡al habla el propio Rohmer!); además, en su retiro, no explota la tierra, la reverencia (todo un manifiesto ecologista).
Y se siente sola.
Isabelle tiene un matrimonio secular. Se propone ayudar a Magali en la búsqueda de un hombre. Pero se ve que no entendió bien el manual para la buena Celestina y tantea en persona a uno de los candidatos. Por otra banda, Rosine, yerna de Magali, invita a su exnovio (un cuarentón sucumbido a sus encantos de lolita) a conquistar a su suegra.
Pero en esta maraña de relaciones hay un vector común. Todos, solitarios, sienten algo por Magali y la convierten en su centro emocional. Personifican en ella su propia soledad. Véase desde la curiosidad de sus pretendientes masculinos al negado afecto materno-filial de Rosine o el extraño cariño ¿lésbico? de Isabelle en su crisis de los cuarenta.
(SIGUE SIN SPOILERS)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Fernando Polanco
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