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6
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6.2
24,743
Fantástico. Aventuras
Con una extraordinaria habilidad para guiar la imaginación de los demás, el Doctor Parnassus oculta un oscuro secreto. Siglos atrás hizo un trato con el Diablo para ganar inmortalidad, a cambio de entregarle a cualquier hijo que tuviese al cumplir los 16 años. Ahora, deambulando con su humilde teatro ambulante y con una hija a punto de llegar a esa edad, Parnassus está decidido a cambiar el trato.(FILMAFFINITY)
24 de noviembre de 2014
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La búsqueda del equilibrio entre la locura y la cordura; el caos y la calma, es según dicen, una de las claves para entender momentos puntuales de la vida que nos atraviesan a todos en uno u otro instante. Una búsqueda de la dualidad perfecta y de evitar la alteración de las consecuencias de todo acontecimiento hasta un punto en el cual no podamos reaccionar.
Dicen, claro.
“El imaginario del Doctor Parnassus” salta a la palestra en medio de un cambio de guion triste y taciturno. La muerte de Heath Ledger sacude la producción de la cinta en un momento casi irreversible para la misma, haciendo que haya dos vertientes muy cerradas para la misma: cancelación o búsqueda de alternativas.
Ahora bien, dejando la cancelación de un lado y mirándole con mala cara para que no se acerque, hay que centrarse en encontrar dichas alternativas, y en no descuadrar lo que puede ser una película interesante cuanto menos. Es decir: problemas por doquier para continuar la marcha; y todo esto acompañado de un Terry Gilliam que nos recuerda cada vez menos al de “Brazil”, “12 monos” o “Miedo y asco en Las Vegas”.
El resultado: Colin Farrell, Jude Law, y Johnny Depp en medio de un gigantesco espejo, y la mente abotargada de imaginación de un señor que trató en su momento con quien no debía. Una cinta aparentemente sencilla pero complicada que nos cuentas las idas y venidas de un inmortal anciano que realizó una apuesta con el mismísimo Diablo; y que se encuentra condenado a vagar con su circo anticuado y casi derruido en busca de la oportunidad de remediar semejante mal.
El trato, aparentemente sencillo, es entregar a cualquier hijo que tenga al cumplir los 16 años a cambio de la vida eterna. Y lo que aparentemente pueda presentarse como regalo, termina siendo una enorme maldición.
Tramas aparte, “El imaginario del Doctor Parnassus” se puede desgranar por multitud de variantes, a cada cual más extraña y retorcida, como la cinta misma. Entrando de lleno en un guion que produce la sensación de haber sido retomado y revisado hasta el hastío, nos encontramos con la interpretación del citado Heath Ledger: lejos de ser su papel como The Joker, y sin dejar de lado el respeto que se ganó con el mismo, se encuentra abocado a la vida fuera del espejo; lugar en el que deja el brillo de las estrellas para los tres actores anteriormente citados, que se llevan los mundos maravillosos. Él se encuentra reducido a no tener un duro, y a vender el espectáculo con el fin de seguir escondido de lo que parece querer esconderse. Asi pues, en primer lugar con Jhonny Depp, el espejo empieza su verdadera magia: todo lo alocado, estrambótico, imaginable y azucarado tiene cabida dentro del mismo, haciendo que los pocos momentos interesantes de la cinta trascurran dentro del mismo. Depp refuerza su variante camaleónica una vez más; Law encuentra en la galantería y educación la perfecta armonía para dejar ápices de profesionalidad y correcta elección, y de cómo vestir un traje, y Farrell se luce en veinte minutos más que Ledger en una hora, dando un baño con cada gesto y frase que su boca lanza.
Andrew Garfield aparece para demostrar que aún le quedaba mucho camino por recorrer para ser el hombre araña; o incluso Eduardo Saverin. Aún muy verde en la interpretación, demuestra alteraciones y exageraciones en un papel que roza la taquicardia; algo asi como lo que le ocurre a Lily Cole cuya interpretación tampoco ayuda a relajarse con la cinta. Y asi nos queda Christopher Plummer dando vida al anciano maldito por su ludopatía con quien no debía, que no lo hace nada mal, y a un Diablo nefasto, que roza la risa más que la tensión que su personaje debe acaecer: lo lamento, Tom Waits.
La imagen de la cinta es maravillosa, y el mundo del espejo toda una delicia para las mentes imaginativas que, sin duda, disfrutaran de un mundo de fantasía en calidad entre Avatar y Oz; pero la cinta en sí, resulta irritante por momentos, y no deja de ser una película de aventuras un tanto pausada. Irregular, con momentos álgidos e intrépidos –véase la primera media hora- en contraposición con instantes que harían dormirse al mismísimo John Milton. Demasiado sombría y centrada en un mundo que aparece menos de lo que debería; en una imaginación digna de ser explorada, pero que se nos reduce a tres cuartos de hora, condenándonos a la vida en la lúgubre realidad.
En definitiva, la vida dentro del espejo resulta seductora, y más teniendo en cuenta la cantidad de carne mal situada que nos presenta el mundo de fuera, entre aroma a nicotina fumada en boquilla y a estridentes gritos de dos adolescentes cuyas hormonas chirrían frente a una perilla muy bien colocada.
Terry Gilliam, vuelve a tus años noventa, por favor.
Crítica para MagaZinema / @MagaZinema _
http://www.magazinema.es/el-imaginario-del-doctor-parnassus-terry-gilliam-2009/
Dicen, claro.
“El imaginario del Doctor Parnassus” salta a la palestra en medio de un cambio de guion triste y taciturno. La muerte de Heath Ledger sacude la producción de la cinta en un momento casi irreversible para la misma, haciendo que haya dos vertientes muy cerradas para la misma: cancelación o búsqueda de alternativas.
Ahora bien, dejando la cancelación de un lado y mirándole con mala cara para que no se acerque, hay que centrarse en encontrar dichas alternativas, y en no descuadrar lo que puede ser una película interesante cuanto menos. Es decir: problemas por doquier para continuar la marcha; y todo esto acompañado de un Terry Gilliam que nos recuerda cada vez menos al de “Brazil”, “12 monos” o “Miedo y asco en Las Vegas”.
El resultado: Colin Farrell, Jude Law, y Johnny Depp en medio de un gigantesco espejo, y la mente abotargada de imaginación de un señor que trató en su momento con quien no debía. Una cinta aparentemente sencilla pero complicada que nos cuentas las idas y venidas de un inmortal anciano que realizó una apuesta con el mismísimo Diablo; y que se encuentra condenado a vagar con su circo anticuado y casi derruido en busca de la oportunidad de remediar semejante mal.
El trato, aparentemente sencillo, es entregar a cualquier hijo que tenga al cumplir los 16 años a cambio de la vida eterna. Y lo que aparentemente pueda presentarse como regalo, termina siendo una enorme maldición.
Tramas aparte, “El imaginario del Doctor Parnassus” se puede desgranar por multitud de variantes, a cada cual más extraña y retorcida, como la cinta misma. Entrando de lleno en un guion que produce la sensación de haber sido retomado y revisado hasta el hastío, nos encontramos con la interpretación del citado Heath Ledger: lejos de ser su papel como The Joker, y sin dejar de lado el respeto que se ganó con el mismo, se encuentra abocado a la vida fuera del espejo; lugar en el que deja el brillo de las estrellas para los tres actores anteriormente citados, que se llevan los mundos maravillosos. Él se encuentra reducido a no tener un duro, y a vender el espectáculo con el fin de seguir escondido de lo que parece querer esconderse. Asi pues, en primer lugar con Jhonny Depp, el espejo empieza su verdadera magia: todo lo alocado, estrambótico, imaginable y azucarado tiene cabida dentro del mismo, haciendo que los pocos momentos interesantes de la cinta trascurran dentro del mismo. Depp refuerza su variante camaleónica una vez más; Law encuentra en la galantería y educación la perfecta armonía para dejar ápices de profesionalidad y correcta elección, y de cómo vestir un traje, y Farrell se luce en veinte minutos más que Ledger en una hora, dando un baño con cada gesto y frase que su boca lanza.
Andrew Garfield aparece para demostrar que aún le quedaba mucho camino por recorrer para ser el hombre araña; o incluso Eduardo Saverin. Aún muy verde en la interpretación, demuestra alteraciones y exageraciones en un papel que roza la taquicardia; algo asi como lo que le ocurre a Lily Cole cuya interpretación tampoco ayuda a relajarse con la cinta. Y asi nos queda Christopher Plummer dando vida al anciano maldito por su ludopatía con quien no debía, que no lo hace nada mal, y a un Diablo nefasto, que roza la risa más que la tensión que su personaje debe acaecer: lo lamento, Tom Waits.
La imagen de la cinta es maravillosa, y el mundo del espejo toda una delicia para las mentes imaginativas que, sin duda, disfrutaran de un mundo de fantasía en calidad entre Avatar y Oz; pero la cinta en sí, resulta irritante por momentos, y no deja de ser una película de aventuras un tanto pausada. Irregular, con momentos álgidos e intrépidos –véase la primera media hora- en contraposición con instantes que harían dormirse al mismísimo John Milton. Demasiado sombría y centrada en un mundo que aparece menos de lo que debería; en una imaginación digna de ser explorada, pero que se nos reduce a tres cuartos de hora, condenándonos a la vida en la lúgubre realidad.
En definitiva, la vida dentro del espejo resulta seductora, y más teniendo en cuenta la cantidad de carne mal situada que nos presenta el mundo de fuera, entre aroma a nicotina fumada en boquilla y a estridentes gritos de dos adolescentes cuyas hormonas chirrían frente a una perilla muy bien colocada.
Terry Gilliam, vuelve a tus años noventa, por favor.
Crítica para MagaZinema / @MagaZinema _
http://www.magazinema.es/el-imaginario-del-doctor-parnassus-terry-gilliam-2009/