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Voto de Donald Rumsfeld:
2

Voto de Donald Rumsfeld:
2
2020 

María López Castaño (Creadora), Inma Torrente ...
4.8
4,632
Serie de TV. Drama. Romance
Serie de TV (2020-2025). 4 temporadas. 30 episodios. Valeria es una escritora en crisis, tanto por sus novelas como por su marido y la distancia emocional que les separa. Por todo ello Val se refugia en sus mejores amigas: Carmen, Lola y Nerea, quienes la apoyan durante su viaje emocional. Las tres están inmersas en un torbellino de emociones sobre amor, amistad, celos, infidelidad, dudas, desamores, secretos, trabajo, preocupaciones, ... [+]
29 de agosto de 2021
29 de agosto de 2021
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Analizar Valeria es fácil y desagradable. Algo así como poner el ventilador y dejar que la cosa salpique. Pero, aun así, lo voy a hacer. Por masoquismo. Por sadismo. Porque me gustan los ventiladores. Y me divierten las cosas que salpican.
Valeria como palo de fregona no lo hace nada mal. El mocho lo tiene un poco suelto y se nota que le falta fibra, pero cuando se mete en el escurridor la cosa salpica que da gusto. Sin duda debe estar hecha de algún material de última generación. Como la propia serie: microabsorbente, nanodesinfectante, hipersuave, ultrablanda y tan inofensiva como el pedo de una mariposa. Desde luego, no deja ningún tipo de nada una vez secado.
El resto de amigas no son más que las diferentes caras de la misma compresa. Una se sobreactúa, la otra no actúa, y la que falta hace el mismo personaje que cualquier camarera de barra. Tan solo cabe felicitarlas, junto a las directoras, por las escenas de cama: sin erotismo, sin profundidad, sin sensibilidad. Solo cuerpos. Pornografía sin genitales disfrazada de romanticismo. Sin trama ni drama, sin tacto ni éxtasis. El sucedáneo del amor más fácil de enlatar.
Hombres ningunos. Dado que el desarrollo emocional y la capacidad de pensamiento no debe trascender el pensamiento concreto (no sea que ningún espectador le explote la cabeza por las razones incorrectas), solo hay monigotes. Lo más parecido es Victor en su papel de príncipe azul/escurridor. Sí, he dicho príncipe azul. Porque a pesar de todo el supuesto feminismo del que este grupo de personajes hace gala, ni una sola de ellas ha comprendido todavía lo que quería decir Flaubert (me sabe mal mencionarlo aquí) con su Bovary. Tanto ver Ozu para no enterarse de nada.
Evidentemente, todo es absurdo e intencionado. Creer que la realidad es un Madrid de tarjeta postal. Creer que una tarjeta postal es algo bonito. Confundir el me too con los problemas de las mujeres. La diversidad sexual con la diversidad. Lo superficial con lo profundo. La sensibilidad con la sensiblería. La inteligencia con la ironía. Tanto ruido y ni una puta nuez.
No es casualidad que una de ellas practique el oficio más nauseabundo, por decirlo educadamente, que ha engendrado la humanidad, la propaganda, y la serie no tenga nada que decir al respecto. Es más, nos la muestra en su oficina, en su rascacielos, por encima de todos, por encima de Madrid, empoderada, enamorada, siempre sobreactuada y completamente alienada, es decir, sin el más mínimo y elemental grado de consciencia respecto a lo que está haciendo. De verdad. En concreto; una campaña de anuncios en la que confunde la autoexpresión con los pintalabios. Por lo visto, la capacidad de desarrollar ideas, comprenderlas o expresarlas desde el respeto, es decir, sin manipulación, debe ser otra cosa.
Todo en ella es superficie. Slogan. Producto de marketing. 5 minutos por capitulo de desarrollo dramático. Más sobado que Mesalina la noche que se superó a sí misma. 10 de videoclip muy cutre con música de radiofórmula. Todo muy a la moda. Que es de lo que se trata. 20 de amigas4ever mareando la perdiz. De 5 a 7 de Valeria escurriendo sobre Victor u otras superficies. 4 de Instagram mujer blanca. De 10 a 3 alcoholismo. Y treinta y muchos de anuncio si no incluimos los títulos de crédito.
Propaganda de un mundo de fantasía, neurótico, hiperconsumista, hiperindividualista, egocéntrico y egoísta. Personajes que son pura mercancía. Literalmente: su novela es una autobiografía. Insatisfechos, inseguros, narcisistas. Carnaza de antidepresivos para que la rueda pueda volver a girar una temporada más, es decir, una colección otoño/invierno que todos los años ha de renovarse, más rápido y peor.
Yo la veo con mi hija solo para enseñarle todo lo que no debe ser. Lo que debe evitar. Qué es exactamente la manipulación. Mira, le dije mientras Valeria escurría, cuando llegue el momento folla todo lo quieras, con alguien como Victor, si existiera (nadie tiene tanta paciencia por tan poca cosa), del tirón, pero no con cualquiera, solo con aquellos que te traten al menos la mitad de bien que tú a ellos. Porque justo eso es el amor. Y sin él, no hay nada.
Le dije.
Valeria como palo de fregona no lo hace nada mal. El mocho lo tiene un poco suelto y se nota que le falta fibra, pero cuando se mete en el escurridor la cosa salpica que da gusto. Sin duda debe estar hecha de algún material de última generación. Como la propia serie: microabsorbente, nanodesinfectante, hipersuave, ultrablanda y tan inofensiva como el pedo de una mariposa. Desde luego, no deja ningún tipo de nada una vez secado.
El resto de amigas no son más que las diferentes caras de la misma compresa. Una se sobreactúa, la otra no actúa, y la que falta hace el mismo personaje que cualquier camarera de barra. Tan solo cabe felicitarlas, junto a las directoras, por las escenas de cama: sin erotismo, sin profundidad, sin sensibilidad. Solo cuerpos. Pornografía sin genitales disfrazada de romanticismo. Sin trama ni drama, sin tacto ni éxtasis. El sucedáneo del amor más fácil de enlatar.
Hombres ningunos. Dado que el desarrollo emocional y la capacidad de pensamiento no debe trascender el pensamiento concreto (no sea que ningún espectador le explote la cabeza por las razones incorrectas), solo hay monigotes. Lo más parecido es Victor en su papel de príncipe azul/escurridor. Sí, he dicho príncipe azul. Porque a pesar de todo el supuesto feminismo del que este grupo de personajes hace gala, ni una sola de ellas ha comprendido todavía lo que quería decir Flaubert (me sabe mal mencionarlo aquí) con su Bovary. Tanto ver Ozu para no enterarse de nada.
Evidentemente, todo es absurdo e intencionado. Creer que la realidad es un Madrid de tarjeta postal. Creer que una tarjeta postal es algo bonito. Confundir el me too con los problemas de las mujeres. La diversidad sexual con la diversidad. Lo superficial con lo profundo. La sensibilidad con la sensiblería. La inteligencia con la ironía. Tanto ruido y ni una puta nuez.
No es casualidad que una de ellas practique el oficio más nauseabundo, por decirlo educadamente, que ha engendrado la humanidad, la propaganda, y la serie no tenga nada que decir al respecto. Es más, nos la muestra en su oficina, en su rascacielos, por encima de todos, por encima de Madrid, empoderada, enamorada, siempre sobreactuada y completamente alienada, es decir, sin el más mínimo y elemental grado de consciencia respecto a lo que está haciendo. De verdad. En concreto; una campaña de anuncios en la que confunde la autoexpresión con los pintalabios. Por lo visto, la capacidad de desarrollar ideas, comprenderlas o expresarlas desde el respeto, es decir, sin manipulación, debe ser otra cosa.
Todo en ella es superficie. Slogan. Producto de marketing. 5 minutos por capitulo de desarrollo dramático. Más sobado que Mesalina la noche que se superó a sí misma. 10 de videoclip muy cutre con música de radiofórmula. Todo muy a la moda. Que es de lo que se trata. 20 de amigas4ever mareando la perdiz. De 5 a 7 de Valeria escurriendo sobre Victor u otras superficies. 4 de Instagram mujer blanca. De 10 a 3 alcoholismo. Y treinta y muchos de anuncio si no incluimos los títulos de crédito.
Propaganda de un mundo de fantasía, neurótico, hiperconsumista, hiperindividualista, egocéntrico y egoísta. Personajes que son pura mercancía. Literalmente: su novela es una autobiografía. Insatisfechos, inseguros, narcisistas. Carnaza de antidepresivos para que la rueda pueda volver a girar una temporada más, es decir, una colección otoño/invierno que todos los años ha de renovarse, más rápido y peor.
Yo la veo con mi hija solo para enseñarle todo lo que no debe ser. Lo que debe evitar. Qué es exactamente la manipulación. Mira, le dije mientras Valeria escurría, cuando llegue el momento folla todo lo quieras, con alguien como Victor, si existiera (nadie tiene tanta paciencia por tan poca cosa), del tirón, pero no con cualquiera, solo con aquellos que te traten al menos la mitad de bien que tú a ellos. Porque justo eso es el amor. Y sin él, no hay nada.
Le dije.