Las espectativas eran muy altas ante una película que reunía a dos de las más reputadas actrices del momento, se anunciaba un duelo de altura y la verdad es que en ese sentido la cinta no decepciona en absoluto, las protagonistas muestran su mejor cara dramática haciendo creíbles en la mayoría de las situaciones a dos mujeres tan distintas una de otra como compañeras búsqueda de la felicidad.

Judy Dench retrata con frialdad y detallismo a una profesora que tan amargada que resultará familiar a los que no abandonamos las aulas hasta hace pocos años, la aparente gelidez del personaje esconde a una mujer que se apasiona por su nueva compañera hasta extremos enfermizos.

En contraste Blanchett es una joven deslumbrante de una debilidad de carácter tan palpable como su fragilidad frente a la situación en la que se ve envuelta.
Son dos polos contrapuestos que ambas actrices plasman con soltura en la pantalla.

Aquí acaban los aciertos del film ya que el desarrollo del mismo es predecible de principio a fin, si se ha visto la televisión un fin de semana encontraremos no pocos parecidos con los guiones de los telefilmes "de las 3 y media" y nadie se sorprendería si añadiesen antes de los créditos iniciales un "basado en hechos reales".
Desde el punto de vista de la realización Eyre alterna momentos contemplativos con otros de una brusquedad y naturalidad inapropiada (ayudados por ciertas expresiones que no encajan en el tono general de la película).
El personaje de Nighy es la exageración personalizada tanto en sus momentos de relajación como en sus enfados, es la versión extrema de William Hurt.

Con todo esto el sabor de boca que queda es agridulce,por un lado los personajes principales estan bien construidos pero el marco en el que se encuentran, todo lo que les rodea incluido algún secundario importante, una realización irregular y sobre todo un guión culebronesco como pocos empañan a una cinta que demuestra que unos buenos intérpretes no hacen una buena película.