Haciendo zapping entre pausa y pausa del programa que se dejaba ver por las primeras madrugadas, encuentro el principio de una película argentina, con una escena en un apartamento blanquísimo y aséptico donde una hija (que parecía Ingrid Rubio) da a su madre las últimas, precisas y muy enérgicas instrucciones sobre como debe cuidarle el piso mientras hace su enésimo viaje como azafata.
La madre tiene una dulzura en la mirada (de madre de hijo de la novia rejuvenecida) que contrasta con el tono huraño de la hija y después de intentar matizar las precisas instrucciones (sin conseguirlo) e intentar averiguar si aquello era su mala leche normal o le ocurría algo, la deja ir, resignada.
La siguiente escena es en el avión rumbo al sur profundísimo de Argentina, a la Ushuaia del fin del mundo donde constato que sí, efectivamente, es Ingrid Rubio con acento argentino la azafata y que es observada por un reflexivo pasajero que presta su pensamiento a una voz en off que me arrastra por toda la película y que ya no puedo dejar de ver.