Si te anuncian que en plena era digital y con el uso y abuso del 3D a alguien se le ocurre hacer una película en blanco y negro, muda y con rótulos (pocos, la verdad) como el cine de hace más de ochenta años, es para echarse a reír. Sin embargo, “The artist”, del desconocido realizador francés Michel Hazanavicius (¡otro nombrecito que Dios guarde!) ha roto todos los pronósticos. La película es tan ágil que pasa volando; los actores tienen un magnetismo tan especial que nos atrapan desde el principio; ha recibido un montón de premios en festivales; y va a tener varias nominaciones al Oscar. ¿Cuál ha sido el milagro?... Pues sencillamente tres factores: la exquisitez de su puesta en escena, la inteligencia de su guión y el encanto que rebosa toda la película. Deudora en su primera mitad de “Cantando bajo la lluvia” y en su segunda de “El crepúsculo de los dioses” del gran Billy Wilder, cuenta la historia de un galán de Hollywood en el año 1.927, cuando el cine rompió a hablar, que en su pleno auge de popularidad no quiere adaptarse al cine sonoro, cosa que históricamente provocó el triste final de muchas de las estrellas en auge entonces (Douglas Fairbanks, Rodolfo Valentino, Ramón Novarro, Buster Keaton, etc.). Al mismo tiempo, una joven actriz que sólo había trabajado como extra comienza a emerger de forma imparable. La muerte y la vida, el declive y el nacimiento. Algo que ya ocurría en “Candilejas”; pero aquí no estamos ante la agonía y muerte de un viejo payaso, sino al hecho de que un actor todavía joven quiera renunciar al cine y a la vida, puesto que ambas cosas en él son inseparables.

“The artist” es, ante todo, una obra de arte muy original, que está gustando a todo el mundo porque es capaz de romper sus prejuicios. A mi entender le sobra música, casi presente en toda su duración; pero agradecí personalmente esos cinco minutos con que la película nos obsequia, en su parte final, con el tema de amor de “Vértigo”, la melancólica y sublime partitura que compuso Bernard Herrmann para la obra maestra de Hitchcock. Todo un festín.

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