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Voto de East:
5
6.8
4,046
Drama. Romance. Bélico
Franz y Fani Jägerstätter son un feliz matrimonio que vive con sus tres hijas en su granja alpina en Sankt Radegund, Austria. Son campesinos, viven y trabajan rodeados de un impresionante paisaje montañés. Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, los hombres comienzan a respaldar el nazismo, pero Franz no se deja arrastrar por la corriente mayoritaria. Se resiste a prestar juramento a Hitler y se convierte en el primer objetor de un ... [+]
12 de febrero de 2020
31 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algún día sabremos por qué vivimos, afirma la protagonista femenina de la película cerca del final. A preguntas como ésta intenta responder un guión que desembarca en la pantalla con innumerables reflexiones sobre Dios, la luz (sobre todo la luz), el amor, la belleza, la vida, la conciencia etc. Todas ellas realzadas por increíbles y hermosas imágenes del cielo, de los ríos, de las montañas, de los bosques, de la naturaleza en sus distintas y luminosas formas. La más lírica de las poesías, la sublimación del ser, la trascendencia y la profundidad de la vida, el amor más incondicional y puro, un Dios hecho a imagen y semejanza de la naturaleza : qué se puede objetar ante la teológica y excelsa plasmación en la pantalla de tanta verdad? Nada, sobre todo si te interesa lo divino tanto como lo humano, como parece ser el caso de los muchos seguidores que tiene este director.
En mi caso echo a faltar lo humano, el sudor, el dolor, el valor, la duda, el miedo, el amor, las emociones reales de los que padecieron esa histórica y trascendental segunda guerra mundial. No encuentro personas en la pantalla con las que conectar, dado que el protagonista es presentado con destellos cuasi divinos: el más amado del lugar, el más comprensivo, el más honesto, el más humilde, el elegido (incluso por momentos parece el hijo de Dios, como cuando habla del espíritu Santo). Y después están los nazis, todos vociferando, con la cara desencajada, desprovistos de humanidad ( incluso de maldad), de los que ni siquiera se traduce lo que dicen. Salvo 3 ó 4 personas normales (su abogado y alguien del clero), no se dibujan personas en la pantalla, sólo arquetipos.
Por eso no me ha llenado ni de lejos la película, ni me he involucrado en la decisión final que ha de adoptar el protagonista (spoilers), porque todo se nutre más de unas creencias religiosas que de un conflicto humano. Sólo me he llegado realmente a emocionar cuando la mujer del protagonista le escribe y le comenta cómo una de sus tres hijas lo hecha de menos, cómo le pide que le guarde comida, que deje la puerta abierta por si regresa. Es de los pocos momentos donde la película conecta con la realidad, con la vida de la que tanto habla pero a la que tan poco atiende. Algo de impostura de lo divino sobre lo humano se masca a lo largo y ancho de toda la historia.
En mi caso echo a faltar lo humano, el sudor, el dolor, el valor, la duda, el miedo, el amor, las emociones reales de los que padecieron esa histórica y trascendental segunda guerra mundial. No encuentro personas en la pantalla con las que conectar, dado que el protagonista es presentado con destellos cuasi divinos: el más amado del lugar, el más comprensivo, el más honesto, el más humilde, el elegido (incluso por momentos parece el hijo de Dios, como cuando habla del espíritu Santo). Y después están los nazis, todos vociferando, con la cara desencajada, desprovistos de humanidad ( incluso de maldad), de los que ni siquiera se traduce lo que dicen. Salvo 3 ó 4 personas normales (su abogado y alguien del clero), no se dibujan personas en la pantalla, sólo arquetipos.
Por eso no me ha llenado ni de lejos la película, ni me he involucrado en la decisión final que ha de adoptar el protagonista (spoilers), porque todo se nutre más de unas creencias religiosas que de un conflicto humano. Sólo me he llegado realmente a emocionar cuando la mujer del protagonista le escribe y le comenta cómo una de sus tres hijas lo hecha de menos, cómo le pide que le guarde comida, que deje la puerta abierta por si regresa. Es de los pocos momentos donde la película conecta con la realidad, con la vida de la que tanto habla pero a la que tan poco atiende. Algo de impostura de lo divino sobre lo humano se masca a lo largo y ancho de toda la historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En cuanto a su mensaje final, el agradecimiento que le debemos por nuestro actual bienestar a miles de personas que han llevado una vida oculta o anónima, no puedo estar más de acuerdo. Pero claro, hay mil ejemplos, a cual más humano. Los miles de judíos que sufrieron la crueldad de los nazis, los millones de muertos de los ejércitos que lucharon contra ellos, los miles de civiles, mujeres y niños incluidos, que se jugaron la vida ayudando a esos inocentes. A todos ellos les debemos parte de nuestro bienestar, una vida sin guerras, como ha sido la de la mayoría de las personas en Europa en los últimos 80 años. Y tampoco hay que acudir a un conflicto bélico, que las hay en nuestra vida diaria.
Todo más humano que divino, que una guerra tan cruenta no parece el mejor escenario para reflexionar sobre la existencia de un Dios infinitamente bueno. Es más, hay bastantes reflexiones en la película, cómo cuando el protagonista afirma que llevamos 20 siglos de frustración, que necesitamos un santo nuevo (o algo así), que desdibujan, que empequeñecen, la grandeza humana por la que aboga en su mensaje final.
Por otra parte, no me parece desdeñable la opción que le ofrecen los nazis al protagonista al final (en principio, algo que incluso resulta difícil de creer): su vida a cambio de firmar un manifiesto de adhesión a Hitler que no conlleva tomar las armas, que le permite abstenerse de luchar, manteniéndose sólo como un enfermero o algo por el estilo. Tampoco me parece indecoroso aceptar vivir en esas condiciones. Entre otros motivos porque esa posibilidad no la tuvieron muchos otros, como los que fueron invadidos y tuvieron que elegir entre morir o matar para defender su vida y la de su familia. Hay un abismo entre un objetor y un mártir de conciencia. Y nuestro protagonista lo atraviesa sin demasiadas explicaciones, por no decir sin ninguna que no sea Dios.
Por último, también me resulta curioso que el director apenas repare en las tres hijas del protagonista. Aparecen en muchísimas secuencias, pero no llegamos siquiera a saber sus nombres (bueno, sólo se menciona el de una de ellas). Dos parecen gemelas, pero tampoco tenemos esa certeza. Su presencia en pantalla sólo realza el gran amor al que renuncia el protagonista con su decisión final, una forma de acreditar que ha visto la luz (así lo afirma en un momento dado). La luz divina, con la que nada puede competir, ni siquiera el amor incondicional de tres inocentes y amorosas niñas.
Todo más humano que divino, que una guerra tan cruenta no parece el mejor escenario para reflexionar sobre la existencia de un Dios infinitamente bueno. Es más, hay bastantes reflexiones en la película, cómo cuando el protagonista afirma que llevamos 20 siglos de frustración, que necesitamos un santo nuevo (o algo así), que desdibujan, que empequeñecen, la grandeza humana por la que aboga en su mensaje final.
Por otra parte, no me parece desdeñable la opción que le ofrecen los nazis al protagonista al final (en principio, algo que incluso resulta difícil de creer): su vida a cambio de firmar un manifiesto de adhesión a Hitler que no conlleva tomar las armas, que le permite abstenerse de luchar, manteniéndose sólo como un enfermero o algo por el estilo. Tampoco me parece indecoroso aceptar vivir en esas condiciones. Entre otros motivos porque esa posibilidad no la tuvieron muchos otros, como los que fueron invadidos y tuvieron que elegir entre morir o matar para defender su vida y la de su familia. Hay un abismo entre un objetor y un mártir de conciencia. Y nuestro protagonista lo atraviesa sin demasiadas explicaciones, por no decir sin ninguna que no sea Dios.
Por último, también me resulta curioso que el director apenas repare en las tres hijas del protagonista. Aparecen en muchísimas secuencias, pero no llegamos siquiera a saber sus nombres (bueno, sólo se menciona el de una de ellas). Dos parecen gemelas, pero tampoco tenemos esa certeza. Su presencia en pantalla sólo realza el gran amor al que renuncia el protagonista con su decisión final, una forma de acreditar que ha visto la luz (así lo afirma en un momento dado). La luz divina, con la que nada puede competir, ni siquiera el amor incondicional de tres inocentes y amorosas niñas.