La hija de la protagonista, que asume el papel principal de investigadora sobre el pasado de su madre en el Líbano (aunque la película opta por la abstracción, y en ningún momento cita nombres de lugares reales), es profesora de matemáticas en la universidad. Y si a medida que profundizamos en el estudio de las matemáticas, la exactitud deja paso al enigma... ¿qué podemos esperar de la inmersión en una vida humana, vivida en tiempos turbulentos?

Como si fuera un moderno folletín, "Incendies" nos conduce a través de una cadena de misterios y revelaciones (como un sistema de ecuaciones), mezclando hábilmente los tiempos, hasta llegar al clímax final.

La película es imperfecta: tiene escenas mal resueltas, y el director no acierta con el tono justo, cayendo en ocasiones del lado del efectismo y en otras del de la bisutería visual y la frialdad. Desaprovecha la fuerza de la obra original, que en todo caso sostiene la función.

El reproche de inverosimilitud no me parece relevante porque, mientras dura la proyección, la atención se ve captada por la progresión de la búsqueda, y en último término por la dimensión simbólica de lo que los protagonistas descubren: en una guerra civil, el amor y el odio están siempre demasiado cerca. ¿Quiénes son los nuestros y quién el enemigo?

La solución se expresa, alambicadamente, a través de una ecuación final; y un profesor zumbado nos recuerda, en el momento en que el personaje de la hija llega al Líbano, que este tipo de misterios matemáticos puede ser un desafío a la existencia de Dios. Pero me parece que la alegoría que se devana a lo largo de la trama revela, por el contrario, la posibilidad del perdón -aunque sea tardío y pueda costar la vida.