Añadir a mi grupo de amigos/usuarios favoritos
Puedes añadirle por nombre de usuario o por email (si él/ella ha accedido a ser encontrado por correo)
También puedes añadir usuarios favoritos desde su perfil o desde sus críticas
Nombre de grupo
Crear nuevo grupo
Crear nuevo grupo
Modificar información del grupo
Aviso
Aviso
Aviso
Aviso
El siguiente(s) usuario(s):
Group actions
You must be a loged user to know your affinity with el pastor de la polvorosa
0
Listas
- Recomendaciones
- Estadísticas
- Sus votaciones a categorías
- Críticas favoritas elegidas por el pastor de la polvorosa
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de el pastor de la polvorosa:
10
Voto de el pastor de la polvorosa:
10
7.7
5,319
10 de septiembre de 2012
10 de septiembre de 2012
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahora que vivimos en los tiempos del SEPLA y los vuelos low cost, películas como esta, o novelas como Vol de nuit de Saint-Exupery (casi contemporánea y que se desarrolla en un ambiente similar), nos recuerdan que la aviación, como otras actividades humanas, también tuvo su tiempo de romanticismo.
Sólo los ángeles tienen alas es, sí, una película romántica, sobrecargada de emociones que no le impiden remontar el vuelo por encima de la cordillera, sobre los cambios de gusto que provoca el paso del tiempo; a diferencia de las últimas películas de Hawks, el patetismo es aquí evidente, y no implícito, pero su peso se ve aligerado por la mezcla con la acción y la comedia.
La velocidad de los aviones parece trasladarse e impregnar a la película de una velocidad que está ligada (más que a la rapidez de la acción y de los diálogos) a la de evolución de sus personajes; la presencia cercana de la muerte, mostrada con naturalidad (como parte de la vida), actúa como un acelerador que activa tanto las relaciones entre ellos como los mecanismos de identificación del espectador.
El conflicto del personaje de Barthelmess parece un eco del Lord Jim de la novela de Conrad: a él también se le ofrece una segunda oportunidad, que en este caso presenta una extraña simetría respecto a la de su fallo inicial... Su personaje es, también, una suerte de doble desafortunado del héroe al que encarna Cary Grant -quien también tendrá, en otro ámbito diferente al del honor, su segunda oportunidad. Pero, como en Río Rojo, las casualidades melodramáticas de la trama no empañan la sensación de urgencia y de veracidad.
La película reside en la frontera entre lo antiguo y lo moderno: la presencia de Barthelmess, la fotografía artificiosa con muchas fuentes de luz y difusores, los peinados de Jean Arthur, nos remiten al cine mudo. Pero, pasados los primeros minutos, la sensación que dejan estos elementos es más de objetos vintage que de integrantes de un conjunto pasado de moda; la ausencia de superioridad e ironía (respecto a la trama) en el punto de vista del narrador nos permite seguir viéndola sin superioridad y sin ironía.
En una conversación con el personaje de Thomas Mitchell, el amigo del héroe, la protagonista Jean Arthur, hablando de su relación con aquel (Cary Grant), formula la pregunta que resume la problemática de las relaciones entre los sexos de la que tanto se ha escrito en relación con las películas de Hawks: "Tú lo quieres, ¿verdad? ¿Por qué no podría yo amarlo como tú?"
Sólo los ángeles tienen alas es, sí, una película romántica, sobrecargada de emociones que no le impiden remontar el vuelo por encima de la cordillera, sobre los cambios de gusto que provoca el paso del tiempo; a diferencia de las últimas películas de Hawks, el patetismo es aquí evidente, y no implícito, pero su peso se ve aligerado por la mezcla con la acción y la comedia.
La velocidad de los aviones parece trasladarse e impregnar a la película de una velocidad que está ligada (más que a la rapidez de la acción y de los diálogos) a la de evolución de sus personajes; la presencia cercana de la muerte, mostrada con naturalidad (como parte de la vida), actúa como un acelerador que activa tanto las relaciones entre ellos como los mecanismos de identificación del espectador.
El conflicto del personaje de Barthelmess parece un eco del Lord Jim de la novela de Conrad: a él también se le ofrece una segunda oportunidad, que en este caso presenta una extraña simetría respecto a la de su fallo inicial... Su personaje es, también, una suerte de doble desafortunado del héroe al que encarna Cary Grant -quien también tendrá, en otro ámbito diferente al del honor, su segunda oportunidad. Pero, como en Río Rojo, las casualidades melodramáticas de la trama no empañan la sensación de urgencia y de veracidad.
La película reside en la frontera entre lo antiguo y lo moderno: la presencia de Barthelmess, la fotografía artificiosa con muchas fuentes de luz y difusores, los peinados de Jean Arthur, nos remiten al cine mudo. Pero, pasados los primeros minutos, la sensación que dejan estos elementos es más de objetos vintage que de integrantes de un conjunto pasado de moda; la ausencia de superioridad e ironía (respecto a la trama) en el punto de vista del narrador nos permite seguir viéndola sin superioridad y sin ironía.
En una conversación con el personaje de Thomas Mitchell, el amigo del héroe, la protagonista Jean Arthur, hablando de su relación con aquel (Cary Grant), formula la pregunta que resume la problemática de las relaciones entre los sexos de la que tanto se ha escrito en relación con las películas de Hawks: "Tú lo quieres, ¿verdad? ¿Por qué no podría yo amarlo como tú?"
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La pregunta se responde con los hechos, con la característica mezcla de emoción y comedia. A otra pregunta anterior, el personaje de Thomas Mitchell podría contestar, en vez de con la displicencia con que lo hace en la película, como el aviador que prevé su muerte del poema de Yeats (traducción de Jordi Doce):
un solitario impulso de deleite
me empujó a este tumulto entre las nubes;
todo lo sopesé, de todo hice memoria,
los años por venir me parecieron
vano aliento,
vano aliento los años transcurridos,
en igualdad con esta vida y esta muerte.
un solitario impulso de deleite
me empujó a este tumulto entre las nubes;
todo lo sopesé, de todo hice memoria,
los años por venir me parecieron
vano aliento,
vano aliento los años transcurridos,
en igualdad con esta vida y esta muerte.