Cualquiera que haya crecido con el universo Star Wars, dibujando como yo los dos soles de Tatooine en un papel, disfrutará de esta película porque le vuelve a llevar a ese mundo.
Pero eso mismo puede ser la otra cara de la moneda, que en algunos puede incluso provocar algo de decepción por la sensación de déjà-vu.
La luz y el lado oscuro, de cada uno depende juzgar cuál predomina más. Si la emoción de ver surcar los cielos otra vez al Halcón Milenario o pensar que esta querida nave ya no pasa la itv.
Del lado de la luz Rey (Daisy Ridley), que llevando el peso del film, supera un auténtico tour de force. Del lado oscuro Kylo Ren (Adam Driver), que no llega al carisma que un gran villano ha de tener.
J.J. Abrams consigue llegar al corazoncito de los millones de fans que tiene la saga aunque esto sea a costa de no arriesgar demasiado ni en la trama ni en los personajes.
Seguro que este episodio VII lo veré muchas veces y apreciaré sin duda detalles que se escapan en un primer visionado, en el que sólo disfrutas del espectáculo. Al final el cine se trata de eso, de que te lleven a otro lugar y a otro tiempo, y a mí me gusta que me lleven a hace mucho tiempo y a una galaxia muy, muy lejana.