Nunca está de más, sobre todo en estos tiempos, recordar que el amor no tiene sexo y que lo importante es ser feliz, no importa si estás solo o acompañado ni con quién. El debut de la realizadora Georgia Oakley nos recuerda que Gran Bretaña, uno de los países líderes en libertades sociales, padeció momentos terribles con la llegada de Margaret Thatcher al gobierno y gran parte de su población (obreros, mineros, gays, lesbianas...) sufrieron en sus carnes la ola ultraconservadora que trajo la Dama de Hierro. Oakley plasma todo ello en el opresivo ambiente de una ciudad, Newcastle (vaya acento que se gastan), y un ambiente de colegio, alumnos y profesores también muy difícil. Pero cuenta con los ojos de Rosy McEwen y ya solo con eso valida la película. Qué interpretación.