Odio cuando una obra comienza contándote su final. Muy pocas películas con semejante estructura están entre mis preferidas. Ahora que recuerde American Beauty es una de las excepciones. Otras como Memento o Ciudadano Kane no puedo valorarlas mejor por esta peculiar estructura. Cuando puse Perdición ignorante de lo que me iba a encontrar y empieza la película contándote la resolución del conflicto grabadora en mano la decepción fue mayúscula. No había joyas del cine negro que ponerme que había ido a dar con esta y con esa manera de narrar la historia que me causa tanto rechazo. Terminado el visionado Perdición entra en mi escasa lista de películas que me gustan aunque sepamos en los primeros cinco minutos el final de la trama.

Un agente de seguros que cae en las interesadas garras de una sibilina femme fatal para ser su cómplice en el asesinato del marido de esta. Haciendo pasar por desafortunado accidente lo que sería un asesinato generosamente indemnizado por la compañía aseguradora.

Solo eso, pero rodado con excelente ritmo y pulso narrativo. Con personajes interesantes que se hacen querer, nos interesa lo que les va a ocurrir. Sufrimos con ellos. Quedamos inmersos en la trama, clara, ingeniosa en ocasiones, sorprendente en otras, con pequeños giros y recursos utilizados con lógica y que nos hacen preguntarnos como se acabará desarrollando todo, nada de volantazos y tirabuzones de guion desconcertantes de filmes más actuales y mucho menores que esta pequeña joya.