Ahí tenemos a Paul Newman convertido en científico nuclear metido a agente doble para robar a los comunistas la fórmula necesaria para imponerse en la carrera nuclear de la guerra fría. Y ahí tenemos al Gordo sentado en una de las primeras escenas diciéndonos con su mera presencia que lo vamos a pasar bien. El resultado es una película entretenidísima en la que el profesor Newman tiene que enfrentarse al más difícil todavía para salir con éxito de la Alemania Oriental.

No decae el suspense en toda la cinta, por mucho que sepamos que Paul no puede fracasar. Y, cuando todo parece perdido, aparece la mano de Hitchcock para dar una vuelta más de tuerca con la que sorprender al espectador.