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España España · La Laguna (Tenerife)
Voto de Spock:
7
Western. Bélico George Custer (Errol Flynn) llega a la Academia de West Point lleno de arrogancia y vanidad. Aunque su carácter indisciplinado le ocasionará numerosos problemas con sus superiores, debido a la acuciante necesidad de oficiales para la Guerra de Secesión (1861-1865), es enviado al frente. Terminada la guerra, se casa con Beth (Olivia de Havilland), pero pronto le asignan un nuevo destino: la guerra contra los indios. Al frente del Séptimo ... [+]
3 de septiembre de 2009
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El galán australiano Errol Flynn y la soberbia Olivia de Havilland trabajaron por séptima y última vez juntos para recrear (es un suponer) la vida y aventuras del general George A. Custer, héroe de la guerra civil americana y comandante del mítico Séptimo Regimiento de Caballería de Michigan. Todo ello, por supuesto, convenientemente endulzado por el novelesco romance entre el dúo protagonista, en la mejor tradición de los héroes de caballería (nunca más adecuado). Estas historias encajan mejor con Flynn que con De Havilland, siempre dulce y encantadora, pero demasiado encorsetada en papeles románticos en los que, sin embargo, hacía gala de su inmenso talento (con su encarnación de Melanie Hamilton en "Lo que el viento se llevó" como punto culminante, sin duda).

Tal y como sucede en otras historias del dúo protagonista con trasfondo supuestamente histórico, aquí sólo se salvan algunos retazos como fieles a lo que verdaderamente sucedió. El personaje de Custer está muy idealizado, pues el general de verdad llevaba, sí, los cabellos largos (de ahí el apodo dado por los indios), gustaba de los uniformes muy ornamentados y era arrojado como pocos en el combate. Sin embargo, su desprecio hacia los indios (que no le impidió tener una esposa india e incluso tener un hijo con ella, dicen), así como su altanería y arrogancia no se corresponden con la interpretación de Flynn.

A destacar la breve aparición del entonces jovencito Anthony Quinn como el jefe Caballo Loco, demasiado fugaz como para cantar excelencias, pero sobria y adecuada a la historia.

Al hilo de otras historias interpretadas por la pareja, la película alterna situaciones desenfadadas con vibrantes escenas de acción, muy bien acompañadas por la excelente banda sonora, todo lo cual la sitúa a la altura de los míticos westerns de Hollywood. Constituyó para niños de varias generaciones (yo entre ellos) el ideal de escenas de batallas entre la caballería americana y las naciones indias de las praderas. En este sentido, la película hace justicia, aunque con barniz, a la verdadera causa de estas guerras: la codicia y la ambición de los blancos, encarnados aquí en el malvado personaje de Arthur Kennedy, pero también constituye un canto a unos héroes del ejército americano que tuvieron muy poco de tales... aunque murieran con las botas puestas.
Spock
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