No es un retrato de la 'España profunda'; o sí, pero no sólo. Es un retrato de la 'sociedad profunda'; pues en todos los países se dan las características de individuos pertenecientes a un sustrato endogámico, con sus propias reglas y costumbres, muchas veces lindando con la ilegalidad y donde, la supervivencia propia es lo más importante. Una sociedad donde los hombres creen llevar los pantalones pero son las mujeres los individuos 'Alfa', por lo que la irrupción de otra hembra en el círculo familiar solo puede llevar a...
Aparte de la manida escena que, más o menos, todos tienen conocimiento aunque sea de oídas, durante toda la película se está palpando una vibración de violencia latente, una sensación de 'va a pasar algo', pero algo primitivo, tribal, de orejas gachas pero colmillos visibles, de lomos erizados.
Lola Gaos borda el papel que le toca en suerte y su físico, con las facciones duras, angulosas y marcadas no hace otra cosa que ayudarle. La dominación que ejerce sobre su hijo es comparable a la que podía haber hecho Mrs. Bates sobre su retoño. Una dominación ejercida desde el miedo, más psicológico que físico, mediante miradas, gestos y comportamiento. No es de extrañar que donde Miguel (Ovidi Montllor) se encuentre más a gusto sea en el monte, en las monterías o poniendo sus trampas 'furtivas'.