De las versiones fílmicas de Misión imposible, la primera, dirigida por Brian de Palma era un buen filme de intriga y acción, con un maestro tras las cámaras y un buen guión. Pero llegó la segunda, en plena fiebre de cineastas hongkongneses, con un particular y peculiar director como John Woo y la película se transformó en una especie de parodia de si misma y de películas de superagentes, más próxima a Austin Powers, con un guión malo, un villano de tercera y unas escenas de acción tan exageradas y churriguerescas que resultaban grotescas y rídículas (aún me acuerdo verla en el cine de verano de Madrid con las carcajadas del auditorio). Y llegó el parón. Seis años. Y surgieron los films de Bourne.

Cruise, para resucitar su franquicia, contrató a Abrams. Y éste mostró su genio. Un buen guión, un magnífico montaje, unos secundarios que por fin tienen papel (¡un equipo de verdad!), un héroe vulnerable, un villano de campeonato y una gran dirección. Su inicio es demoledor, rompe todos los esquemas y de pronto, estás sumergido en la historia del filme. ¡Chapeau señor Abrams!

Es un film serio, con escenas de acción relativamente contenidas, aunque espectaculares no resultan ridículas, con el protagonista "bournizado" (es el sino de los tiempos), lo que rejuvenece a la serie, la actualiza y le da vigor. El siguiente filme mostró esta mejora, tanto en calidad como en taquilla.