Con miradas retrospectivas y la consolidación de un firme liderazgo del menor de los Corleone, esta continuación de El padrino desafía la mala fama de las tan desacreditadas segundas partes, al punto de generar dudas sobre cual de ambas historias resulta más apasionante.
El embrutecimiento de Corleone chico es dramáticamente progresivo en el transcurso de la cinta y creo yo debería formar parte de todo manual para empresarios que se precie, ya que da pautas claras de lo que debe hacerse para ser un hombre exitoso en este mundo democrático en el que vivimos.
Las actuaciones son brillantes en general y la de Al Pacino en particular.