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Voto de Nei Esteves:
4

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4
7.2
168,296
Ciencia ficción. Aventuras. Bélico. Acción. Fantástico. Romance
Año 2154. Jake Sully (Sam Worthington), un ex-marine condenado a vivir en una silla de ruedas, sigue siendo, a pesar de ello, un auténtico guerrero. Precisamente por ello ha sido designado para ir a Pandora, donde algunas empresas están extrayendo un mineral extraño que podría resolver la crisis energética de la Tierra. Para contrarrestar la toxicidad de la atmósfera de Pandora, se ha creado el programa Avatar, gracias al cual los seres ... [+]
16 de enero de 2010
16 de enero de 2010
55 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Enhorabuena, seguidores de Wally! ¡Me habéis encontrado, oculto entre miles de críticas!
¿Qué? ¿No os acordáis de mí?
Sí hombre, soy el capullo de jersey y gorrito rojiblancos, que se escondía de Chuck Norris.
Y he vuelto.
Ya sé que hace mucho que no tenéis noticias mías. Resulta que las cosas han cambiado bastante desde mi último viaje... A mi antagonista Odlaw le pegaron cuatro tiros en un callejón oscuro por un asunto de drogas... y el mago Barbablanca acabó afeitándose y metiéndose en Tinder para seducir a jovencitas.
Yo, personalmente, caí en una depresión: resulta que a mi perro Woof no lo pudimos encontrar nunca (y eso que era el único que tenía cinco rallas rojas en la cola), y no pude superarlo. Recuerdo lo mucho que nos gustaba ver cine juntos. De hecho era él el que elegía las películas (y siempre acertaba).
Pero un día llegó el mago Barbablanca y me habló de Pandora, de un universo mágico que me sacaría de mi depresión. Y me habló de las cajas de Pandora, que tenían nombres como XBOX, Playstation o Nintendo. Sentí curiosidad y decidí ir al Mediamarkt a comprarme una caja de Pandora de esas.
Porque yo no soy tonto.
Y fue increíble.
Por fin fui capaz de olvidarme de Woof y del buen cine... y todo gracias a los videojuegos.
Desde que conocí Pandora incluso dejé de tener sexo con mi novia, Wenda. Ella, en un arrebato de enajenación mental, decidió que estaba harta de mí y me dejó tirado con mis cervezas, con mi comida precocinada y con mi querida caja de Pandora. Creo que ahora ella está saliendo con Barbablanca.
A mí me da igual, yo no los necesito.
En spoiler os cuento mi última aventura.
¿Qué? ¿No os acordáis de mí?
Sí hombre, soy el capullo de jersey y gorrito rojiblancos, que se escondía de Chuck Norris.
Y he vuelto.
Ya sé que hace mucho que no tenéis noticias mías. Resulta que las cosas han cambiado bastante desde mi último viaje... A mi antagonista Odlaw le pegaron cuatro tiros en un callejón oscuro por un asunto de drogas... y el mago Barbablanca acabó afeitándose y metiéndose en Tinder para seducir a jovencitas.
Yo, personalmente, caí en una depresión: resulta que a mi perro Woof no lo pudimos encontrar nunca (y eso que era el único que tenía cinco rallas rojas en la cola), y no pude superarlo. Recuerdo lo mucho que nos gustaba ver cine juntos. De hecho era él el que elegía las películas (y siempre acertaba).
Pero un día llegó el mago Barbablanca y me habló de Pandora, de un universo mágico que me sacaría de mi depresión. Y me habló de las cajas de Pandora, que tenían nombres como XBOX, Playstation o Nintendo. Sentí curiosidad y decidí ir al Mediamarkt a comprarme una caja de Pandora de esas.
Porque yo no soy tonto.
Y fue increíble.
Por fin fui capaz de olvidarme de Woof y del buen cine... y todo gracias a los videojuegos.
Desde que conocí Pandora incluso dejé de tener sexo con mi novia, Wenda. Ella, en un arrebato de enajenación mental, decidió que estaba harta de mí y me dejó tirado con mis cervezas, con mi comida precocinada y con mi querida caja de Pandora. Creo que ahora ella está saliendo con Barbablanca.
A mí me da igual, yo no los necesito.
En spoiler os cuento mi última aventura.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
'¿Dónde está Wally? El mágico mundo de Pandora'
Unos señores me confundieron con un tal Neo y me metieron en una extraña máquina que se llamaba Animus. Me dijeron que con la ayuda del Animus podría vivir las experiencias de mis antepasados, que eran asesinos de templarios en la edad media. Pero claro, yo no era Neo, y en lugar de eso me convertí en un pez Zora (los bichos nadadores del Zelda), solo que en versión terrestre y rastafari.
En cualquier caso, fui teleportado a un hermoso planeta de fantasía. Sé que era de fantasía porque vi en un letrero: "Bienvenido a Final Fantasy XVI". Y claro, yo me emocioné y empecé a hacer combates por turnos con la insólita fauna del lugar.
Las plantas también eran muy bonitas. Y además te podías conectar por USB a ellas.
Más tarde me encotré con el pueblo de los Zora, que me dijeron que no eran Zora, sino una tribu del World of Warcraft. Yo no les creí, porque vivían en el bosque Kokiri, y veneraban al gran árbol Deku con sus hadas guardianas flotando por allí. Eso sí, a Link y a Zelda no los vi por ninguna parte.
Por cierto, los Zora hablaban élfico. Ellos se empeñaron en negarlo, pero a mí no me pudieron engañar.
Son muy mentirosos esos Zora...
Conocí a Zora Croft y con ella me puse a escalar montañas y ver bonitos paisajes a modo Tomb Raider. Al final me la triunfé y le pude echar un polvo o dos. Menos mal que fui capaz de olvidarme de que en realidad yo era un ser humano y ella era ET.
De pronto, llegaron los humanos a invadirnos. Eran soldados con armamento y naves del Battlefield, del Starcraft y del Fortnite, apoyados por el destructor imperial de Darth Vader. Pero daba igual, nosotros teniamos a Michelle Rodríguez, a Legolas liderando un batallón de dragones, a los Rohirrim cabalgando cuadrúpedos extraños, a un montón de Pokemons, a Donkey Kong, a Mario, a Luigi, a Solid Snake, y a Guybrush Threepwood, que quería ser un pirata.
Al final tuve que pelear mano a mano con el coronel Guile, el de Street Fighter. Pero fue pan comido: pulsé cuadrado equis y le metí un par de charros. Los Zora ganamos la guerra. Y lo mejor de todo es que ahora soy su ídolo, porque no se dan cuenta de que en realidad soy un humano de pacotilla. O por lo menos les da igual. Menos mal que soy Wally y se me da muy bien disimular.
¡PEDAZO VIDEOJUEGO!
Eso sí, al ser como cualquier videojuego de hoy en día, estamos hablando de tres horas de espectáculo visual con vacío entretenimiento y roñosa historia... así que a otra cosa mariposa que colorín colorado este cuento se ha acabado. Me voy al GAME a por la secuela.
¡Un saludo, seguidores de Wally!
Unos señores me confundieron con un tal Neo y me metieron en una extraña máquina que se llamaba Animus. Me dijeron que con la ayuda del Animus podría vivir las experiencias de mis antepasados, que eran asesinos de templarios en la edad media. Pero claro, yo no era Neo, y en lugar de eso me convertí en un pez Zora (los bichos nadadores del Zelda), solo que en versión terrestre y rastafari.
En cualquier caso, fui teleportado a un hermoso planeta de fantasía. Sé que era de fantasía porque vi en un letrero: "Bienvenido a Final Fantasy XVI". Y claro, yo me emocioné y empecé a hacer combates por turnos con la insólita fauna del lugar.
Las plantas también eran muy bonitas. Y además te podías conectar por USB a ellas.
Más tarde me encotré con el pueblo de los Zora, que me dijeron que no eran Zora, sino una tribu del World of Warcraft. Yo no les creí, porque vivían en el bosque Kokiri, y veneraban al gran árbol Deku con sus hadas guardianas flotando por allí. Eso sí, a Link y a Zelda no los vi por ninguna parte.
Por cierto, los Zora hablaban élfico. Ellos se empeñaron en negarlo, pero a mí no me pudieron engañar.
Son muy mentirosos esos Zora...
Conocí a Zora Croft y con ella me puse a escalar montañas y ver bonitos paisajes a modo Tomb Raider. Al final me la triunfé y le pude echar un polvo o dos. Menos mal que fui capaz de olvidarme de que en realidad yo era un ser humano y ella era ET.
De pronto, llegaron los humanos a invadirnos. Eran soldados con armamento y naves del Battlefield, del Starcraft y del Fortnite, apoyados por el destructor imperial de Darth Vader. Pero daba igual, nosotros teniamos a Michelle Rodríguez, a Legolas liderando un batallón de dragones, a los Rohirrim cabalgando cuadrúpedos extraños, a un montón de Pokemons, a Donkey Kong, a Mario, a Luigi, a Solid Snake, y a Guybrush Threepwood, que quería ser un pirata.
Al final tuve que pelear mano a mano con el coronel Guile, el de Street Fighter. Pero fue pan comido: pulsé cuadrado equis y le metí un par de charros. Los Zora ganamos la guerra. Y lo mejor de todo es que ahora soy su ídolo, porque no se dan cuenta de que en realidad soy un humano de pacotilla. O por lo menos les da igual. Menos mal que soy Wally y se me da muy bien disimular.
¡PEDAZO VIDEOJUEGO!
Eso sí, al ser como cualquier videojuego de hoy en día, estamos hablando de tres horas de espectáculo visual con vacío entretenimiento y roñosa historia... así que a otra cosa mariposa que colorín colorado este cuento se ha acabado. Me voy al GAME a por la secuela.
¡Un saludo, seguidores de Wally!