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España España · Bedford Falls
Voto de Cautivo del mal:
9
Drama Sandra dispone sólo de un fin de semana para ir a ver a sus colegas y convencerlos de que renuncien a su paga extraordinaria para que ella pueda conservar su trabajo. Su marido la acompaña para apoyarla. (FILMAFFINITY)
29 de enero de 2021
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En “Tiempos modernos” (1936), Charles Chaplin interpretaba al operario de una fábrica a principios del siglo XX. Lo retrataba como un engranaje más de la cadena de montaje . Para ello, la enorme e impasible maquinaria (aquella que le suministraba, una tras otra, las piezas que debía atornillar) llegaba incluso a engullirlo.

Hoy, claro, los tiempos han cambiado. Son más modernos. O no tanto.

En “Dos días, una noche”, Marion Cotillard interpreta a Sandra, esposa, madre de dos niños de corta edad, que se dispone a regresar a su puesto laboral tras una baja por depresión. Se trata de una fábrica de montaje y soldadura de piezas electrónicas, un puesto de trabajo que recuerda (actualizado) al de Chaplin en “Tiempos modernos”. Sin embargo, el enemigo de Sandra no es ahora, casi un siglo después, una descomunal y fría máquina.

Sandra será engullida, sí. Y lo será en esta ocasión por algo igual de insensible y voluminoso. Estamos hablando de la terrible mecánica de un sistema económico sin alma, del engranaje lacerante de eso que algunos definen como ‘los mercados’. Estamos hablando de la desnaturalización de las relaciones laborales. De esta forma, se aprietan las tuercas con el objetivo de aumentar los márgenes de beneficios. En particular, se hace en los sectores laborales más débiles de la cadena. Productividad, lo llaman. A esto se enfrentará Sandra de una manera que conviene descubrir por nosotros mismos en el film.

Los hermanos Dardenne despliegan toda esta potente línea ideológica y sociológica de una forma natural, a partir de un conflicto dramático sencillo pero que se va desplegando hasta mostrar, capa tras capa, una generalidad mucho mayor. Por otro lado, el verdadero dolor llega cuando Sandra afronta sus miedos, cuando debe darle valor a su dignidad. Es entonces, justo en el momento de mayor flaqueza, cuando ella descubre que tal vez la clave está en la resistencia. Sandra lucha y busca romper el individualismo inoculado a todos aquellos que dependen de un salario a fin de mes, una mísera cantidad de dinero que, en muchos casos ya, tan solo sirve para sobrevivir.

El estilo narrativo de los directores belgas no puede, a estas alturas, engañar a nadie porque se siente tan real como la vida. Ya no solo por las historias que eligen proyecto tras proyecto, sino por su caligrafía de silencios; en realidad, de pistas de audio tomadas de manera exhaustiva de los entornos por donde se mueven los protagonistas. Y en relación a esto último, es sorprendente la manera orgánica con la que fluye la cámara cerca de sus personajes principales, dándole tiempo a que éstos transiten considerables distancias físicas hasta que llegan al lugar donde se desarrolla la acción. Además, la duración extrema de los planos permite a Marion Cotillard potenciar su papel. Se trata de uno de esos trabajos que requiere arrancar desde muy abajo, con el personaje en un estado de pérdida absoluta de referentes afectivos, vulnerable, medicado y sedado a base de una concatenación infinita de pastillas, y, por si fuera poco, envuelto en una desgarradora espiral de autodestrucción. ¿Reflejo quizá, tras el golpe de la crisis económica de 2008, de una parte importante de la etiquetada como clase media?

En definitiva, “Dos días, una noche” es una epopeya intimista, comprometida con su tiempo, pero donde también hay espacio para la esperanza y el amor propio.

https://cautivodelmal.wordpress.com/
Cautivo del mal
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