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España España · La Línea
Voto de JBV:
3
Ciencia ficción. Drama Tras seis meses en una solitaria misión espacial, un astronauta intentar hacer frente a los problemas de su matrimonio con la ayuda del misterioso polizón que encuentra en su nave. (FILMAFFINITY)
3 de marzo de 2024
20 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine espacial íntimo e introspectivo de un solo espacio (irónico) se produce como churros en las plataformas de streaming. Ante tal cantidad de contenido similar, cuando algo destaca mínimamente sobre los demás, tenemos que celebrarlo. Por ahora, seguiremos esperando, aunque Johan Renck dirija con estilo y delicadeza una aventura espacial de un Adam Sandler desatado en las 'actuaciones serias', pero que cojea profundamente en su guion.

Un astronauta lleva seis meses allá por Júpiter investigando una maravillosa nube espacial y le queda poco para finalizar su viaje y volver a la Tierra. Dispone de una conexión inalámbrica que supera la velocidad de la luz y le permite comunicarse con su esposa. Cuando ella desaparece un día, él empieza a ver una araña en su nave.

A partir de esta premisa, nos proponen un loop melancólico donde la trama no avanza, los diálogos son pretensiosos o sobreexplicativos según el momento (a veces da la sensación de que la curiosidad de la araña es como si un crío de cinco años te preguntase de dónde vienen las nubes). Encima, la araña es un semidios y permite tratar temas existenciales como el origen del universo, el amor, el ser humano; con una voz aterciopelada y unas imágenes potentísimas, supongo que lo único salvable verdaderamente de esta película (qué manera de desaprovechar todas sus virtudes, si puede hasta proyectar pensamientos en imágenes...). La realidad es que ninguna conversación resulta reveladora. Ah, más bochornosa es toda la trama de Carey Mullingan... nada que comentar.

La banda sonora de Max Richter le viene que ni pintado, aunque tampoco se ha esforzado en crear nada diferente. La típica música que remite a la soledad y la belleza espacial que podría ser perfectamente compuesta de manera procedural y/o con IA, casi igual que el guion que nos ocupa.

Nuevamente, Netflix consigue su cometido: nos dan unos 30 minutos comestibles -lo que tardamos en almorzar o cenar, el postre y un pequeño piscolabis-, unos 45 minutos de relleno con clichés y temas ligeros para que podamos mirar el móvil -o dormir la siesta- y unos 15 minutos finales que te dejan con la sensación de haber merecido la pena elegir esa película, pagar por contenido burdo y repetir día tras día.
JBV
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