Después de los campos de Castilla y la costa catalana, Rocío se sumergió en la frialdad de Madrid. Con sus modernidades, sus chicos de ciudad, sus casas de moda, sus paletos y paletas, etc… Y se esfumó la magia de aquellas dos primeras películas. Aquí todo parece mucho más prefabricado, con una Rocío más tristona, sin chispa, inferior tanto en el personaje como en actuación y protagonismo.
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Es curioso ver actuar de mayordomo a un joven José Luis López Vázquez, que años más tarde sería una de las grandes estrellas del firmamento español.
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Es absurdo como miente a Rafael, y la manera en la que va inventando sus excusas, culminado con el descubrimiento de éste, que da la razón a que esta película es sosa, sosa, totalmente prescindible, porque no deja ningún mensaje.
Por cierto, el título poco que ver con el contenido, más le pegaría “Spanish Cenicienta” o algo así.