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España España · Pamplona
Voto de Asier Gil:
4
Comedia. Intriga California, año 1970. A Doc Sportello, un peculiar detective privado de Los Ángeles, le pide ayuda su exmujer, una seductora "femme fatale" debido a la desaparición de su amante, un magnate inmobiliario que pretendía devolverle a la sociedad todo lo que había expoliado. Sportello se ve envuelto así en una una oscura trama, propia del cine negro. Adaptación de la novela homónima de Thomas Pynchon publicada en 2009. (FILMAFFINITY)
14 de enero de 2020
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Si le gusta ir al cine a que le cuenten una historia, esta no es su película. La trama carece de la más mínima importancia -entre otras cosas, porque es ininteligible-. Las escenas se suceden sin el menor asomo de ritmo narrativo y con personajes delirantes que aparecen y se evaporan para deleite de aquellos que se mueren de ganas por sentarse en una butaca y que experimenten con ellos. Entre, fúmese esto y disfrute. Déjese fascinar por los cuidadísimos encuadres, por la fuerza visual de un director que descubre la belleza hasta en unos pies ennegrecidos, por la estimulante banda sonora que lo acompañará durante esta alucinación de dos horas y media. Y al volver a la realidad, confiese que se rió con el humor absurdo, que le encandiló el investigador privado que en el inicio de los setenta cae en la cuenta de que se ha quedado sin lugar en el mundo, tal y como los hippies recibieron la bofetada de Charles Manson. Crea a pies juntillas que la interpretación de Joaquin Phoenix bordea la perfección, porque evita caer en una actuación desmesurada y los gestos de su rostro transmiten la locura del que no puede respirar sin droga en su organismo y no sabe muy bien cuándo está viviendo y cuándo flotando. Hable de la descripción ajustada de esa California herida de corrupción y de la crítica social al adiós norteamericano a los sueños de los sesenta. Recuerde también comparar su cine negro con los detectives clásicos, como el Marlowe de 'Un largo adiós', de Robert Altman. O calibrar el estado de embriaguez del protagonista fijándose en el insuperable 'El Nota' de los Coen. Y ya, por último, mencione que nadie había tan idóneo como Paul Thomas Anderson para adaptar por primera vez a Thomas Pynchon y que 'Puro vicio' conserva el alma de la novela y supone un ejercicio novedoso de una brillantez apasionante. Pero no olvide que a usted le gusta ir al cine a que le cuenten una historia.
A grandes rasgos, el argumento es el siguiente: un investigador recibe la visita de una exnovia de la que sigue enamorado y que le informa de un plan para secuestrar al hombre con el que se acuesta, un magnate inmobiliario, urdido por su esposa y su amante. A partir de ahí, el protagonista se encontrará con personajes surrealistas, como un saxofonista desaparecido o una secta de dentistas pedófilos, mientras un policía facha le pisa los talones.
Muy lejana a su cautivadora 'Magnolia', Paul Thomas Anderson trata en esta cinta de que el espectador experimente las sensaciones de una enajenación pasajera y no sea capaz de distinguir lo real de un delirio. Sin embargo, para lograrlo necesita trasladar esa confusión al relato, por lo que el riesgo de perder el interés y quedarse a expensas de ser seducido por el celebrado estilo visual del realizador acaba por lastrar el proyecto. El genuino carácter del detective, absorto en un colocón eterno, y los trazos de comedia disparatada maquillan el resultado de una película mediocre dentro del bagaje del director de 'The Master'.
Tanto Phoenix, deslumbrante en la creación de ese ser que transita continuamente entre dos mundos, como Josh Brolin en el papel de un agente sin código de conducta y Katherine Waterston como una 'femme fatale' arrebatadora engrandecen el largometraje y suman sus esfuerzos por potenciar la falta de coherencia de la que hace gala el filme. La meta es clara: permitir que la psicodelia se apodere de los sentidos y dejarse llevar.

Diario de Navarra / La séptima mirada
Asier Gil
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