Se podría decir que cada día que pasa McCarthy oposita para convertirse en la Baron Cohen femenina. La supuesta dueña de la escena cómica americana actual comienza a realizar trabajos parecidos a los que firma el director de “El dictador” con personajes que son los absolutos protagonistas de cada secuencia y que, con su verborrea particular y su lenguaje soez, encadenan gag tras gag sin demasiada gracia en casi todo momento.

“Es la jefa” solo gustará a aquellos defensores acérrimos de la protagonista, aquellos a los que las frases sin sentido y el humor de brocha gorda puedan satisfacer. Para el resto, la película será una sucesión de chistes de nivel bajo salpicados de frases ininteligibles e inacabadas ante los que los secundarios sólo pueden poner cara de circunstancias. Y cuando decimos secundarios, queremos decir todos los demás. Ni Bell, ni siquiera el archifamoso Dinklage, ni el casi-cameo de Bates consiguen bajar del autoimpuesto pedestal a McCarthy, por otro lado guionista y productora del film. Ambos acompañan la acción y logran hacerse un pequeño hueco, pero por supuesto nunca desbancan a la estrella.

Tampoco hay mucho más que hacer con un guión tan básico y previsible, que no acierta a sacar provecho de las oportunidades que se presenten. En el fondo todo se basa en que Melissa tenga los focos encima, y así Falcone se olvida de dar sentido al conjunto sobre el individuo, incluso teniendo experiencia anterior (“Tammy”).

La película no es que ofrezca nada nuevo, quizás no haga ni falta, pero ante un proyecto en el que hay poco que hacer, lo lógico hubiera sido dominar aquello que se hace, y eso no se consigue. Si McCarthy se parase a pensar, vería que este tipo de películas sólo sirve para las estrellas capaces de sostener solas la película y ella, por ahora, no es capaz.