Todos los veranos llega a nuestras pantallas la última salvajada en cuanto a comedias destroyer se refiere, y aunque el nivel es cada vez más conformista, todas ellas tienen un punto original que las diferencia y que, por lo menos, parece que cumplen con su objetivo: entretener de la forma más chusca posible.

Algunas llegan casi sin avisar, como es el caso de "Noche de marcha", que ni siquiera tenia fecha prevista de estreno en nuestro país. Y aunque los referentes son evidentes y claros, uno no puede obviar que el género tiene muchos mejores ejemplos que han creado escuela entre los directores que pretenden que su película sea recordada por transgredir todos los límites. Cada una busca su lugar, y mientras unas eligen un barrio residencial ("Supersalidos") o una superfiesta en casa del amigo de turno ("Project X") para ambientar su juerga, "Noche de marcha" opta por un campus universitario para que los protagonistas campen a sus anchas.

Y como podemos imaginar por su explícito título, los protagonistas pasan una noche dando vueltas por el campus para que su perjudicado aigo consiga dormir un poco, y de paso atravesando por toda clase de aventuras y despropósitos que, de haberse rodado hace años, hubieran sido bastante originales, pero que a estas alturas solo son simples copias con pequeñas variaciones de un montón de ejemplos. Por supuesto no falta la débil y previsible historia romántica que tiene el protagonista y que representa una historia secundaria sobre la que descansa la principal.

Imaginemos por un momento que nunca hemos visto las gran juerga nocturna jamás contada y disfrutaremos de las burradas y estupideces (en el buen sentido, claro) en las que se ven envueltos los protagonistas y podremos echar alguna carcajada, que al final es de lo que se trata.Y poco más.