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España España · Madrid
Voto de Moody:
6
Drama. Comedia Walter Black (Mel Gibson) es un hombre que padece una profunda depresión. Su única vía de escape, su único consuelo, es una marioneta que representa a un castor, al que trata como si fuera una persona. Perseguido por sus propios demonios, Walter, que fue en otro tiempo un exitoso ejecutivo de una empresa de juguetes, emprenderá con su marioneta un viaje de autodescubrimiento... (FILMAFFINITY)
30 de agosto de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de acordarme de cuando era pequeño y las marionetas me hacían gracia. Estoy seguro que de haber visto entonces a este castor, hubiera salido corriendo o, como poco, hubiera mirado para otra parte. Irradia agresividad.

Lo mismo debió hacer el dueño y es por eso que Gibson puede rescatarla y darle un uso final. Éste es el punto de partida de una película sencilla, que narra el descenso a los infiernos ya no solo de un enfermo mental, sino de toda la familia y conocidos que le rodean y que sufren las consecuencias de su comportamiento y de sus actos.

Para contarnos la historia, Foster se vale de la magnífica labor de un Mel Gibson que sabe conjugar perfectamente la bipolaridad de su personaje, pasando de deprimido a seguro de sí mismo con solo bajar o subir el brazo. La credibilidad del personaje permite que la historia fluya por el cauce asignado sin pensar que una marioneta sale demasiado en la pantalla. La directora se quita de escena para no enturbiar el resultado formando parte de las historias satélite que redondean el guión, y que nos permiten observar el entorno del protagonista.

Ese descenso hasta tocar fondo se consigue gracias a la fuerza de voluntad, tan importante en este tipo de casos, que se adueña de una parte para hacer frente a la otra. El hecho de que se produzca de la forma en que se produce (dicho así para no desvelar demasiado) solo hace que enfatizar la conclusión.

Drama convencional pero solvente que muestra un mundo complicado y en el que no siempre puede darse un final feliz. Solo podemos felicitar a Foster por no caer en los tópicos que hubieran reflejado una sensación de dejadez innecesaria.
Moody
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