Desde el estreno de la película era muy reacio a verla. El tema que trataba y los trailers que veía no me parecían demasiado interesantes y poco a poco fui dejándolo para otro momento. Pero ese momento ha llegado y ahora entiendo por qué no quise verla en su estreno.

La película narra el difícil día a día de un equipo de artificieros destinados en Iraq. Sus vidas están sumidas en un peligro constante y para que lo veamos Bigelow lleva a cabo una realización con la cámara a cuestas, muy arriesgada y personal. Sin embargo, esta realización es alocada y caótica y solo consigue que a veces no sepamos quién está en pantalla. Es una buena idea para que comprobemos lo que se debe sentir desde el punto de vista de los soldados, pero para el espectador puede ser mareante.

Todas y cada una de las misiones son tratadas como en un videojuego, en el que el único objetivo es desarrollar la misión y volver a la base. Apenas hay otras historias que unan a cada salida con la siguiente, con lo que el conjunto parece una suma de situaciones que se resuelven de mejor o peor manera. Poco bagaje para una película que le birló el Oscar al mejor guión original a las muy superiores "Malditos bastardos" o "Up in the air".

Como siempre pasa en estos casos, las emociones que se sienten por lo que se ve y la distorsión de la realidad cambia el comportamiento de los protagonistas, ya de por sí trastornado en un lugar tan inhóspito. Lo que Bigelow no muestra es que ese mismo lugar también es inhóspito para mucho de sus habitantes, estúpidos daños colaterales de una guerra sin sentido.

Producto débil dentro del género que ni siquiera tiene la fuerza necesaria como para manipularnos y llevarnos a su terreno. Allí hubiera sido bastante más fácil convencernos de que no estaba vacía, de que tenía algo diferente que contar.