Haz click aquí para copiar la URL
España España · PONTEVEDRA
Voto de Skorpio:
6
Acción Gira en torno a la aparición de Stonebanks, el otro fundador del grupo conocido como Los Mercenarios, en la vida de Barney. Sus caminos se separaron cuando este se convirtió en traficante de armas, por lo que Barney se vio obligado a intentar matarle. Los Mercenarios se enfrentarán a este villano mientras se debaten entre las viejas y las nuevas tácticas de combate. (FILMAFFINITY)
15 de agosto de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando un viejo lobo del cine de acción como Stallone decidió, hace ya un lustro, reunir a todas las estrellas del (sub)género que lo ha hecho famoso en una sola película, muchos se lo tomaron a broma, recochineo incluido. Pues bien, aquella broma, sueño húmedo de todos aquellos que nos criamos entre las explosiones de La Jungla de Cristal, la pirotecnia de Desafío Total o los derroches balísticos de Demolition Man, se ha convertido en toda una saga de culto, una trilogía.

Stallone, apartado de la dirección desde la segunda entrega, se centra nuevamente en lo que sabe: ponerse delante de la cámara para repartir estopa, entre chascarrillo y chascarrillo, y darle forma a la historia que quiere contar (con asistencia de otros dos guionistas, eso sí). Consciente de lo limitado de la fórmula y el desafío que supuso ofrecer algún aliciente ya en la segunda película, más allá de los nuevos fichajes, el italoamericano introduce un nuevo giro al argumento en forma de reflexión, sencilla pero sincera, a la vez que muy "meta": el conflicto generacional.

Efectivamente. Esa misma propuesta encaminada a reivindicar el valor, en la cultura y el imaginario populares, del cine de acción clásico de los ochenta y sus herederos naturales, en su tercera instancia plantea, en la propia diégesis, si esos mismos viejos lobos deberían o no dejar paso a savia nueva. La ridiculización del plan inicial del empresario-mercenario Barney Ross (Stallone) por parte de sus nuevos reclutas, hijos ya de la era digital, deja patente ese dialéctica "meta" intergeneracional que deriva finalmente en una conciliadora y constructiva síntesis, en la que, eso sí, los mamporros, la verdadera fuerza, que representa a dicho cine de acción clásico, es cosa de la vieja escuela, mientras que la nueva generación, acostumbrada a misiones más sofisticadas, se hará cargo del otro pilar, igualmente necesario: la tecnología.

Esta reflexión supone el principal tejido conjuntivo del subtexto semántico del film, en el que se integran el resto de núcleos morales, tanto los ya conocidos (canto a la amistad y camaradería en la vieja guardia, a la que ahora se le une el salto generacional) como los de nuevo cuño, o al menos reforzados (la soledad del hombre de acción fuera de la misión). Ya en última instancia, complementaria a la anterior, encontramos toda esa trayectoria de redención, cual 'cowboy' solitario, pues un mercenario no es más que la versión contemporánea de eso mismo, del justiciero errante, del 'ronin'. En la línea de la anterior entrega, la caza del villano de turno encuentra su principal motivación en la venganza de un compañero caído, pero a mayores, esta caza se reviste de un mayor componente de justicia, ya que se trata de un señor de la guerra con crímenes contra la humanidad a sus espaldas.

Un concepto de justicia que, naturalmente, se enmarca en ese componente ideológico, ya sea consciente e intencionado o por pura inercia, de corte conservador, reaccionario y defensor de una política exterior intervencionista, factor característico del subgénero que esta saga ha nacido para homenajear, dignificar y reivindicar, en el cual unas muertes son más justas que otras, y algunas bajas son valerosas mientras que todas las demás no. Un componente, sin embargo, no especialmente explícito en la trilogía, que apenas asoma, sin un tono excesivamente tendencioso, en esta última entrega, y que cristaliza a la perfección en el grandioso chascarrillo “Yo soy La Haya”.

Por el resto, más de lo mismo, lo cual no es sino bueno si se sabe qué tipo de película se va a ver. Caretos de mala uva, chascarillos y secuencias de acción a borbotones, con el tono de antes pero la tecnología de ahora. Más autorreferencias en clave humorística, entre las que destacan la de Wesley Snipes y sus problemas con el fisco, Jet Li y sus altas pretensiones salariales o Antonio Banderas cantando, atención navegantes, el himno de la Legión. Muy buen integradas las nuevas incorporaciones, desde el esperado Snipes hasta un Harrison Ford en su línea de siempre, que se resiste a jubilarse, pasando por un Kelsey Grammer que no se deja ver demasiado en este tipo de cine o un Robert Davi en la guisa de un mafioso... pero ahora del Este. La de arena, por desgracia, un Banderas metido con calzador, con la vis cómica forzadísima, que apenas logra convierte eficazmente en humor su poca capacidad para desenvolverse, tantos años después, en el cine de acción de altos vuelos.

Ah, por último, a modo anecdótico, decir que se agradece un retrato realista y moderno de Rumanía, pues, aún a estas alturas, para los ojos de Hollywood Europa del Este sigue siendo territorio comanche en líneas generales (recordemos la Albania de la pasada entrega). Y por otro lado, tuvieron al menos el detalle de situar el escondite de su villano de turno en un régimen inventado, en lugar de seguir creando leyendas negras sin necesidad.
Skorpio
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow