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Voto de antonalva:
7

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7
6.4
28,487
Thriller. Terror
Unos jóvenes ladrones creen haber encontrado la oportunidad de cometer el robo perfecto. Su objetivo será un ciego solitario, poseedor de miles de dólares ocultos. Pero tan pronto como entran en su casa serán conscientes de su error, pues se encontrarán atrapados y luchando por sobrevivir contra un psicópata con sus propios y temibles secretos. (FILMAFFINITY)
3 de septiembre de 2016
3 de septiembre de 2016
29 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buen thriller realizado con elementos mínimos y en apariencia trillados y previsibles pero que consigue erigirse en un juego apasionante y claustrofóbico, que demuestra una vez más que lo importante no es tanto de qué trata una película, sino de cómo es capaz de presentarse de forma que parezca original, reinventado el género del psicópata inesperado y el caserón infausto, trufando de aciertos y desasosiego todo el recorrido. Lo que comienza como una narración anodina de adolescentes frustrados, deviene poco a poco en una trampa funesta de incierto final.
Con elementos mínimos – una casa aislada – y con muy pocos personajes – apenas cuatro que tengan alguna relevancia – construye una pieza de cámara que te atrapa desde el comienzo y que no te suelta hasta su angustioso desenlace. La premisa parece inocente: unos jóvenes ladrones que tratan de robar casas vacías y que evitan a toda costa meterse en excesivos líos para esquivar así el peligro de la cárcel, trabajando sobre seguro y rehuyendo situaciones complejas. Pero basta una equivocación para que surja el descontrol y la amenaza de la integridad personal, construyendo así un relato vertiginoso, un carrusel de despropósitos, sangre y aniquilación.
La atmósfera turbia y la tensión asoladora están muy bien construidas y el director sabe manejar la cámara con maestría de cirujano, como si se propusiera ejecutar una autopsia de la maldad, llena de sorpresas inquietantes y en un clima enrarecido donde nada es lo que parece ser. Hay pocos diálogos y mucha acción que no desfallece en ningún momento. El silencio y la oscuridad se convierten en unos personajes tóxicos añadidos con los que nadie contaba… para satisfacción del espectador que sufre sin pausa ni tregua las vicisitudes de sus incautos protagonistas y se ve inmerso en una espiral de muerte y desolación, donde lo de menos parece ser la codicia que lo desencadenó todo.
La desazón te acompaña – pegajosa, como una segunda piel infausta y sudorosa – durante todo el metraje. Se dan cita todos los clichés del género de terror, pero con elegancia y buena letra, muy bien dosificados, con una habilidad y un dominio formal que sorprende por su aparente sencillez, sin pretensiones ni alharacas. El presupuesto más bien modesto juega a su favor, ya que no se pierde en inútiles juegos de artificio ni efectos especiales estériles, sino que se concentra en lo esencial: crear malestar e incertidumbre en torno a unas incautas figuras que se ven atrapadas en una montaña rusa devastadora. Un muy buen entretenimiento aciago.
Con elementos mínimos – una casa aislada – y con muy pocos personajes – apenas cuatro que tengan alguna relevancia – construye una pieza de cámara que te atrapa desde el comienzo y que no te suelta hasta su angustioso desenlace. La premisa parece inocente: unos jóvenes ladrones que tratan de robar casas vacías y que evitan a toda costa meterse en excesivos líos para esquivar así el peligro de la cárcel, trabajando sobre seguro y rehuyendo situaciones complejas. Pero basta una equivocación para que surja el descontrol y la amenaza de la integridad personal, construyendo así un relato vertiginoso, un carrusel de despropósitos, sangre y aniquilación.
La atmósfera turbia y la tensión asoladora están muy bien construidas y el director sabe manejar la cámara con maestría de cirujano, como si se propusiera ejecutar una autopsia de la maldad, llena de sorpresas inquietantes y en un clima enrarecido donde nada es lo que parece ser. Hay pocos diálogos y mucha acción que no desfallece en ningún momento. El silencio y la oscuridad se convierten en unos personajes tóxicos añadidos con los que nadie contaba… para satisfacción del espectador que sufre sin pausa ni tregua las vicisitudes de sus incautos protagonistas y se ve inmerso en una espiral de muerte y desolación, donde lo de menos parece ser la codicia que lo desencadenó todo.
La desazón te acompaña – pegajosa, como una segunda piel infausta y sudorosa – durante todo el metraje. Se dan cita todos los clichés del género de terror, pero con elegancia y buena letra, muy bien dosificados, con una habilidad y un dominio formal que sorprende por su aparente sencillez, sin pretensiones ni alharacas. El presupuesto más bien modesto juega a su favor, ya que no se pierde en inútiles juegos de artificio ni efectos especiales estériles, sino que se concentra en lo esencial: crear malestar e incertidumbre en torno a unas incautas figuras que se ven atrapadas en una montaña rusa devastadora. Un muy buen entretenimiento aciago.