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8

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8
7.0
4,633
Thriller. Drama
Buscando un futuro mejor, Óscar Ramírez y su familia dejan los campos de arroz del norte de Filipinas y viajan a la asfixiante y peligrosa ciudad de Manila. Tras una llegada accidentada, Óscar se considera afortunado cuando le ofrecen un empleo estable en una compañía de camiones blindados, y pronto hace amistad con su compañero Ong. (FILMAFFINITY)
25 de noviembre de 2013
25 de noviembre de 2013
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luz y gente. Vehículos y humo. Un animal abandonado, un rostro entre la multitud. Los suburbios por un lado, los opulentos rascacielos por el otro. El lujo y la inmundicia. Muerte y vida. Amor y odio. Manila, es una ciudad de contrastes, como casi todas las grandes urbes del planeta. Un hervidero de caminos que colapsan en un mosaico cultural que empequeñece al individuo.
En "Metro Manila", la cámara de Sean Ellis, se transforma en mudo testigo de ese microcosmos que es la capital de Filipinas. Con un lenguaje a caballo entre el lirismo poético y la crudeza documental, la historia que narra su objetivo, es la enésima muestra del héroe cotidiano que pretende escapar de su rutina y las angustias de su día a día, topándose de bruces con los sólidos obstáculos de una realidad más preocupada en derrumbar los sueños que en alentarlos. Pero pese a un argumento tan trillado, Ellis saca petróleo de una narración cuidada con cariño y mimo que encierra en su interior dardos envenenados que atacan directamente al corazón del espectador. Los latidos de su cuento urbano golpean la conciencia y los sentimientos durante las dos horas de metraje que vuelan ante nuestro ojos.
"Metro Manila" cuenta con la baza de saber adentrarse en la memoria a través de las emociones más viscerales del público, algo difícil de conseguir en la mayoría de los casos. Esa facilidad que presenta el director británico para conjurar las emociones de su parte, es lo que hace que se perdone cualquier error a una historia cuyo objetivo primordial es instalarse en el corazón del público entre sus giros de guión y sus latigazos sentimentales. Una obra notable que se disfruta en un suspiro y que no cae en el pozo del olvido.
En "Metro Manila", la cámara de Sean Ellis, se transforma en mudo testigo de ese microcosmos que es la capital de Filipinas. Con un lenguaje a caballo entre el lirismo poético y la crudeza documental, la historia que narra su objetivo, es la enésima muestra del héroe cotidiano que pretende escapar de su rutina y las angustias de su día a día, topándose de bruces con los sólidos obstáculos de una realidad más preocupada en derrumbar los sueños que en alentarlos. Pero pese a un argumento tan trillado, Ellis saca petróleo de una narración cuidada con cariño y mimo que encierra en su interior dardos envenenados que atacan directamente al corazón del espectador. Los latidos de su cuento urbano golpean la conciencia y los sentimientos durante las dos horas de metraje que vuelan ante nuestro ojos.
"Metro Manila" cuenta con la baza de saber adentrarse en la memoria a través de las emociones más viscerales del público, algo difícil de conseguir en la mayoría de los casos. Esa facilidad que presenta el director británico para conjurar las emociones de su parte, es lo que hace que se perdone cualquier error a una historia cuyo objetivo primordial es instalarse en el corazón del público entre sus giros de guión y sus latigazos sentimentales. Una obra notable que se disfruta en un suspiro y que no cae en el pozo del olvido.