Cinta de mediados de los noventa repleta de tópicos y de clichés típicos del género en la que una universitaria de clase alta se enamora de un guaperas aparentemente normal...... Tras un par de casquetes, pronto empiezan los problemas para nuestra protagonista. Y es que como bien dice el adagio, "Las apariencias, engañan".

Son innumerables las referencias que esta película "exprime" de otros clásicos anteriores.......... Escalofrío en la noche, Falsa seducción, Atracción fatal, En el silencio de la noche, La mano que mece la cuna o Perros de paja de Peckinpah son algunos ejemplos.

El punto de calidad lo pone William L. Petersen dando vida al simplón padre de la protagonista, arquitecto forrado hasta las cejas y aristócrata muy blando de carácter, el cuál muestra en todo momento un punto de debilidad y de escaso valor al enfrentarse ante la grave situación de tener una hija liada con un puto psicópata de tres pares de naríces. Sin dudas las escenas más interesantes son las que están protagonizadas por Petersen, actor reconocido especialmente en la década de los ochenta gracias al inolvidable clásico policíaco Vivir y morir en Los Angeles (William Friedkin, 1985) y a Manhunter (Michael Mann, 1986). Mark Wahlberg está correcto en todo momento como el psicopatón que tiene atemorizado a la prota y al padre de esta. A diferencia de Petersen, Wahlberg es un auténtico delincuente duro criado en la calle que se ha pasado la vida entrando y saliendo de reformatorios.

El poli de mediana edad que simpatiza con los protagonistas y que al final acaba diñándola, no podía faltar en esta película (TOPICAZO a más no poder!).

En definitiva, momentos interesantes que inevitablemente te recordarán a otras películas anteriores (entre ellas todas las que he citado) para una cinta amena, entretenida, con actuaciones correctas (no diremos sublimes), previsible y ante todo con muy pocas ideas frescas (por no decir ninguna) y absolutamente carente de originalidad.