¿Quién no ha deseado nunca que el cuento que estaba leyendo con ávida emoción infantil se hiciera realidad? ¿Quién no ha querido enarbolar una espada y entrar en el libro para ayudar a los malhadados protagonistas a salir victoriosos de sus peripecias? ¿Quién no ha soñado con hadas, enanos, doncellas en apuros, príncipes valientes, brujas malvadas, amor verdadero?

Todos hemos sido niños alguna vez, y la fantasía nos ha acompañado a lo largo de esos años que pasan increíblemente rápido. Pero al crecer, la fantasía suelta nuestra mano y tenemos que seguir solos. Hemos aprendido que la magia no existe, que no hay príncipes azules, que hay muchos brujos malvados y pocos salvadores. James Barrie decía "Cuando un niño dice que no cree en las hadas, cae muerta una de ellas. Es por eso que quedan tan pocas". Quizá tenía razón. Para nosotros, igual que para Emma, no hay finales felices.

Pero Storybrooke no es una ciudad normal y corriente. Allí se necesitan finales felices a cualquier precio. Porque, ¿cómo podrían ser infelices? No se concibe una Blancanieves sin su Príncipe Azul, aunque tenga que luchar contra viento y marea para poder estar junto a él. No asimilamos que Bella se quede sin su Bestia (magnífico Rumpelstilskin). Queremos que todos sean felices, que la Reina Malvada tenga su merecido, que los villanos paguen por lo que han hecho... No se concibe un cuento sin un final feliz. No obstante, si fuera tan fácil conseguirlo no tendría gracia.

Me encanta que los personajes luchen tanto en Storybrooke como en el reino de los cuentos. Me declaro fan de Rumpelstilskin y Bella, una pareja que consiguió enamorarme. Me encantan los tejemanejes de Regina, la bruja malvada. Me encanta la ilusión de Henry y su ternura hacia Emma, su madre biológica. Me encanta la revisión de los cuentos de antaño, porque es coherente y no estropea demasiado lo que sabíamos de ellos (vale, salvando la historia del Genio). Esta serie ha conseguido que desee un final feliz para todos los personajes.

Muy recomendable para todos aquellos que aún recuerdan al niño que una vez fueron y para los que quieren volver a revivir esa sensación de querer internarse en una historia maravillosa que ahora, en Storybrooke, puede hacerse real.