Yo pensaba que decir comedia francesa era un oxímoron, pero de vez en cuando uno debe tragarse sus palabras y admitir que nuestros vecinos de arriba nos pueden hacer reír a pesar de tener sentidos del humor tan diferentes.
Esta es una película pequeña, sin pretensiones, sencilla e incluso tímida en su relación con el espectador, y ahí está su acierto, que no pretende epatar sino sólo hacernos disfrutar mientras dura con una historia deliciosa, original y encantadora.
La premisa de la que parte es la similar a tantas comedias románticas. Pareja en situación peculiar obligada a coincidir (En este caso viviendo pared con pared en un edificio que casi parece de papel) que comienza mostrando sus diferencias para acabar disfrutando de sus similitudes, con los altibajos en la relación que el género requiere, pero todo se narra de una forma tan encantadora, con un ritmo excelente y un montaje de planos que alternan las dos casas paralelas perfectamente orquestado. No hay tregua, todo se desarrolla con fluidez, sin tiempos muertos, a ritmo de metrónomo.
Los personajes secundarios ponen el contrapunto perfecto para armar un divertimento sencillo pero no menos efectivo perfecto para evadirse y mantener una sonrisa de oreja a oreja hasta que acaba.