Salvo el dialogo sobre la guerra étnica de enanos creo que no me quedo con nada más de “Escondidos en Brujas”, con una película repleta de giros que bordean con el ridículo: el joven asesino a sueldo mata a un niño al matar a un ¡¡cura!! No, no eran una de esas delictivas parejas que lamentablemente la iglesia católica ha puesto de moda. El joven asesino a sueldo va a ser eliminado por su amigo pero se va a suicidar… Finalmente no muere nadie.
El jefe, chungo de la muerte eso sí, va a Brujas para saldar cuentas. Digamos que Martin McDonagh quiere hacer un cruce de comedia negra, thriller y drama con asesinos a sueldo y caminos sin retorno.

No sé si la idea parte de un viaje a la ciudad por parte del director y se preguntó si podría convertir el turismo en comedia negra con gatillos y gatillazos por medio. Colin Farrell dijo que era el mejor guión que había leído nunca. Pero dijo exactamente lo mismo de “Daredevil”.
La verdad es que su libreto fue nominado al Oscar el mismo año que “Mi nombre es Harvey Milk”, “Happy: Un cuento sobre la felicidad”, “Frozen River” y “WALL•E”. Te puedes quedar helado, en el espacio o con la sonrisa de Poppy pero Martin McDonagh quiere combinar lo sexy con el peligro, lo triste con lo alegre y lo turístico con la profundidad de Wagner.
En mi caso consiguió que me escondiese detrás de mis manos tapándome los ojos ante sus evidentes y giros dignos de un género que se le ha olvidado a McDonagh: la ciencia ficción.

Un dato que hará que esta crítica sea muy interesante para el lector: Está rodada en…

(Spoiler)

¡Brujas! ¡Brujas! ¡Brujas!