Aunque tristemente (sin dramatizar) Zhang Yimou haya pasado a ser conocido mundialmente por filmes como “Hero” o “La casa de las dagas voladoras” era creador de un muy buen puñado de estupendas y galardonadas películas durante los 90. “Ni uno menos” pertenece a ese grupo selecto de cine sencillo y conmovedor, de ese que emociona sin apenas contar gran cosa.

Dejando por los suelos a esa execrable gilipollez titulada “Dónde está la casa de mi amigo?”, de cuyo autor su mera pronunciación produce el más reconfortante sueño como si de un anuncio de colchones se tratase, “Ni uno menos” narra el interminable viaje de una pueblerina adolescente convertida en profesora suplente que busca a su peor alumno, un rebelde con causa, hacia terrenos desconocidos para ambos.

La clase de matemáticas aplicadas a la vida real y la lógica solución final me han llegado al alma. También esos encadenados a modo de elipsis que narran la dura espera y desesperación de esa chica que no quiere darse por vencida. Que no quiere perder a un alumno y se quede sin un futuro por el mero hecho de sobrevivir, por haber nacido en una zona donde lo que menos preocupa es que los niños aprendan, simplemente que no molesten a los adultos. Que tengan que buscar un trabajo y dejar de estudiar si las cosas en casa van mal.
Esta película deberían verla los niños (y los padres) para que se den cuenta de muchas cosas.

Al final Zhang Yimou se encarga de escupirnos el panfleto del filme con mucha moralina pero a esas alturas de emoción yo me creo absolutamente todo.
Si hubiesen puesto una cuenta en los títulos de crédito yo también hubiera hecho un donativo.