Cuando el 3D domina e impone tendencias llega Phineas y Ferb para reivindicar la ‘segunda’ dimensión. Perry, el ornitorrinco, cambia el transcurso mono-dimensional de los episodios para que Phineas y Fern conozcan la verdad-de-la-buena.

Entre un esclavo un asistente ejecutivo sin sueldo hay una notable diferencia y el humor no falta ni sobra aunque, como siempre, los múltiples entuertos han de deshacerse aunque sea multiplicados y no divididos al cuadrado. No importa el trauma desgarrador del villano (ni sus padres fueron a su nacimiento), ni los horribles números musicales obligatorios de los que los propios creadores parecen reírse, lo importante es lanzarse al largo aunque parezca un episodio doble para rematar una temporada. Curioso que en España se decida lanzar a salas de cine antes que en DVD consiguiendo más de medio millón de espectadores hasta la fecha y no es que cinematográficamente pueda ganar su visionado.

Su único cambio: empezamos con un flashback para conocer la terrible situación en la que se encuentran los personajes y la burla, mediante otra dimensión, llega a extremos cómicos. Los creadores parecen tener claro que lo suyo es saber reírse de sí mismos y precisamente creo que el único interés que tiene la cinta es esa vivencia de rentas pasadas en forma de gag. Ver como Candace decide salvar el mundo metiéndose en el rol que le impone la serie pese a haberlo superado, en lo que dirá Ferb, en los guiños traumáticos del Dr. Doofenshmirtz, en esa doble vida en doble dimensión que a su vez hace de reboot. Como siempre, su estructura que causa constantes reveses y trastornos acaba volviendo a su posición inicial. La serie es así y su película (o episodio doble-alargado) también. Si existen las series procedimentales posiblemente “Phineas y Ferb: A través de la segunda dimensión” sea su extensión al largo que fue corto para volver a ser corto.