Las adaptaciones siempre suelen ser odiosas y más cuando la pasta anda por medio. Independientemente de la lógica perdida de contenido de una adaptación, hay buenas y malas adaptaciones. "Harry Potter y el cáliz de fuego" es un ejemplo perfecto de una mediocre.
El aburrimiento que provoca y sobre todo el desaliño narrativo constante y reiterativo lo demuestran. Obvia lo que no debería y muestra lo más intranscendente, lo que mejor funciona en taquilla o de cara a un videojuego. Deja demasiados cabos sueltos, subhistorias sin desarrollar, personajes fundamentales a medio camino o retratados con una breve aparición para caer en el olvido.

Creo que todos debemos tener claro que su objetivo, más que contentar a los fans de los libros de J.K. Rowling, es ser el taquillazo del año. Mike Newell no escatima esfuerzos, olvida el suspense y se centra en más de tres cuartos de hora en convertir la trama en un drama romántico teenager empalagoso, infantil, repulsivo e idiota.
Casi el resto del tiempo lo malgasta en un torneo con secuencias que funcionan mejor en un videojuego que una gran pantalla. Algunas dan el pego, otras dan pena.

Sólo la parte final, más oscura e inteligente, como lo era la primera media hora de "Harry Potter y el prisionero de Azkaban", evitan que estemos ante un bodrio mayúsculo.

Esperemos que la edad del pavo de Harry y sus amigos finalice en el próximo curso.