Esta película es especialmente recomendable para personas que, como los protagonistas, se encuentren entre los 30 y los 40 años.
Me ha gustado mucho más que la primera película de la trilogía, porque me ha transmitido una mayor madurez en los protagonistas: el paso del tiempo y de la vida se refleja en sus rostros, más cansados, en su forma de estar en el mundo, mucho más cerca del dolor, de la decepción entre lo que esperamos y lo que tenemos.
Me siento más cerca de sus diálogos, y a través de ellos, de los anhelos y los sueños de los protagonistas.
En todo caso, no dejan de ser películas que reflejan una época: la del fin de la guerra fría, con el inicio del posmodernismo, el recomienzo de la esperanza de algún modo, de otra forma de vida del género humano. Comprendo por qué a tanta gente sensible les ha emocionado. Me alegro de haberla disfrutado y la recomiendo, con todas las limitaciones de este género.