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España España · Vilagarcía Arousa
Voto de María:
6
Thriller. Acción Carlos, ejecutivo de banca, comienza su rutinaria mañana llevando a sus hijos al colegio. Cuando arranca el coche, recibe una llamada anónima que le anuncia que tiene una bomba debajo del asiento y que dispone apenas de unas horas para reunir una elevada cantidad de dinero; si no lo consigue, su coche volará por los aires. (FILMAFFINITY)
9 de noviembre de 2015
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Desconocido, primer largometraje de Dani De La torre, arranca después de sobrepasar las 300.000 sangrantes ejecuciones hipotecarias. Luego de que más de 100.000 millones de euros en avales, otros tantos en rescates bancarios y 255.000 millones más en créditos europeos nos hayan sumido en una gran crisis económica que, incidentalmente, ha venido a destapar, además de la absoluta falta de escrúpulos con que se abordan las posibles soluciones, la conveniencia con que se ha manejado una clase social exclusivamente preocupada por los resultados financieros… y lo hace huyendo, a su vez, de complicadas explicaciones burocráticas que han tergiversado la evidencia por encima de sus posibilidades.

Carlos, director de una sucursal bancaria sumido en una profunda crisis familiar, empieza la rutina semanal llevando a sus hijos al colegio, cuando, tras la llamada de un extraño, se convierte en víctima de un chantaje: la bomba situada en su coche le retendrá junto a sus dos pequeños hasta que reúna una inasumible cantidad de dinero. Este es el planteamiento inicial de un thriller que no dilata la exposición de sus intenciones ni disimula la impaciencia de una producción vertiginosa que, sin embargo, maneja con pulso sosegado los tiempos del suspense, del proceso desintegrador de un inmenso Luis Tosar -dueño de uno de los rostros más severos del cine español- y de la tragedia individual derivada de un Sistema inmensamente codicioso.

La laberíntica ciudad de A Coruña se levanta, opulente y opresiva, asfixiando al espectador y poniendo cuerpo –como si de un personaje más se tratase- a una venganza personal maniobrada telefónicamente, pero siendo, al mismo tiempo, testigo sigiloso de la reflexión social planteada –a modo de advertencia- y escenario del prodigioso despliegue técnico del que es capaz un director que ha demostrado moverse muy holgadamente en el género.

La segunda parte de la cinta se convierte así en una respuesta temeraria e imprudente –y aún así perfectamente legítima- a esa violencia invisible, depredadora, ejercida ante la inoperancia de la justicia. En un desafío amenazante y reparador, que pone de manifiesto nuestra brutalidad y crueldad consustancial, al tiempo que precipita la catarsis del protagonista, otrora víctima, que se reconoce culpable a pesar de las excusas: “yo sólo obedecía órdenes de arriba”, “vosotros también queríais enriqueceros, por eso firmasteis”, pero que acaba redimiéndose con una despedida que significa un punto de inflexión vital, llena de confesiones, aceptando la culpa y sobre todo, tomando conciencia del valor de lo recuperado: la dignidad.
María
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