Añadir a mi grupo de amigos/usuarios favoritos
Puedes añadirle por nombre de usuario o por email (si él/ella ha accedido a ser encontrado por correo)
También puedes añadir usuarios favoritos desde su perfil o desde sus críticas
Nombre de grupo
Crear nuevo grupo
Crear nuevo grupo
Modificar información del grupo
Aviso
Aviso
Aviso
Aviso
El siguiente(s) usuario(s):
Group actions
You must be a loged user to know your affinity with manuel
- Recomendaciones
- Estadísticas
- Sus votaciones a categorías
- Críticas favoritas elegidas por manuel
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de manuel:
9
Voto de manuel:
9
6.6
40,841
Bélico. Acción
Abril de 1945, la guerra está a punto de acabar. Al mando del veterano sargento Wardaddy (Brad Pitt), una brigada de cinco soldados americanos a bordo de un tanque -el Fury- ha de luchar contra un ejército nazi al borde de la desesperación, pues los alemanes saben que su derrota estaba ya cantada por aquel entonces. (FILMAFFINITY)
2 de noviembre de 2016
2 de noviembre de 2016
Sé el primero en valorar esta crítica
Corazones de hierro es cruda y real. No pretende esconder la brutalidad de la guerra o la fragilidad de las vidas inocentes que perecen bajo las bombas, pero tampoco se olvida de resaltar el compañerismo, la valentía y la disciplina en los tiempos más adversos. Es una dura historia de supervivencia de cinco militares, muy distintos entre ellos, que solo se tienen a ellos mismos para avanzar entre las bombas.
La película de Ayer es un relato clásico, realista y seco que no necesita eufemismos ni florituras para esconder la miseria de la guerra. En ella no existen héroes porque disparar a su adversario la primera bala es ya una rutina, y la inocencia se pierde de un plumazo cuando todos ellos aprenden que nadie tiene garantizada la supervivencia. Con un estilo contundente en el uso de la violencia pero, aún así, razonable, el director se centra casi exclusivamente en los cinco integrantes del grupo que maneja el tanque Fury que, aunque parece caótico, demuestra que mantiene anclada en sus raíces una disciplina y lealtad que acaba articulando el filme.
La presencia de Brad Pitt es la apuesta fuerte de Corazones de hierro y es, precisamente, su carisma lo que consigue elevar a la cinta a una categoría superior. No se queda atrás Logan Lerman, un joven actor que interpreta a un recluta sin idea sobre la guerra e incapaz de disparar a su adversario. Son estos dos personajes los que, encarnando valores totalmente opuestos -en uno, la veteranía y la resistencia frente al horror y, en el otro, el dolor de no aguantar la brutalidad-, forman una relación casi paterno-filial que regala los momentos más notables de la película y que rompe con la monotonía de un metraje que parece centrarse demasiado en los combates y olvida de dotar de más personalidad a sus protagonistas.
Hubiera sido interesante que David Ayer profundizase en la psicología de los personajes, de los que apenas sabemos nada más que lo que vemos por sus actos, y que regalara más momentos de camaradería que permitieran al espectador empatizar con el grupo. Por el contrario, el director opta por mostrar la crudeza del campo de batalla a través de los combates y la muerte y, aunque dibuja a sus dos personajes principales, lo que vemos del resto son meros trazos que saben a poco.
Corazones de hierro no es una película original en el género bélico, pero sí que es de alabar sus esfuerzos por mostrar la guerra tal cual es y crear un bonito equilibrio entre el veterano de guerra, hastiado y acostumbrado a ella, con el de la juventud que se rompe tras pegar el primer tiro. Salvo ocasiones muy contadas, no pretende ser un relato grandilocuente pero, con toda su verosimilitud, construye una historia cotidiana con un muy digno tono épico en la que los lazos son tan fuertes como para querer morir juntos.
Una gran película totalmente recomendable que ningún momento se hará tediosa ni mucho menos entrañable.
Lo mejor: una película cruda y muy creíble.
lo peor: que se hubiera abordado mas a los personajes en su perfil psicológico a ratos se sienten muy vacíos.
La película de Ayer es un relato clásico, realista y seco que no necesita eufemismos ni florituras para esconder la miseria de la guerra. En ella no existen héroes porque disparar a su adversario la primera bala es ya una rutina, y la inocencia se pierde de un plumazo cuando todos ellos aprenden que nadie tiene garantizada la supervivencia. Con un estilo contundente en el uso de la violencia pero, aún así, razonable, el director se centra casi exclusivamente en los cinco integrantes del grupo que maneja el tanque Fury que, aunque parece caótico, demuestra que mantiene anclada en sus raíces una disciplina y lealtad que acaba articulando el filme.
La presencia de Brad Pitt es la apuesta fuerte de Corazones de hierro y es, precisamente, su carisma lo que consigue elevar a la cinta a una categoría superior. No se queda atrás Logan Lerman, un joven actor que interpreta a un recluta sin idea sobre la guerra e incapaz de disparar a su adversario. Son estos dos personajes los que, encarnando valores totalmente opuestos -en uno, la veteranía y la resistencia frente al horror y, en el otro, el dolor de no aguantar la brutalidad-, forman una relación casi paterno-filial que regala los momentos más notables de la película y que rompe con la monotonía de un metraje que parece centrarse demasiado en los combates y olvida de dotar de más personalidad a sus protagonistas.
Hubiera sido interesante que David Ayer profundizase en la psicología de los personajes, de los que apenas sabemos nada más que lo que vemos por sus actos, y que regalara más momentos de camaradería que permitieran al espectador empatizar con el grupo. Por el contrario, el director opta por mostrar la crudeza del campo de batalla a través de los combates y la muerte y, aunque dibuja a sus dos personajes principales, lo que vemos del resto son meros trazos que saben a poco.
Corazones de hierro no es una película original en el género bélico, pero sí que es de alabar sus esfuerzos por mostrar la guerra tal cual es y crear un bonito equilibrio entre el veterano de guerra, hastiado y acostumbrado a ella, con el de la juventud que se rompe tras pegar el primer tiro. Salvo ocasiones muy contadas, no pretende ser un relato grandilocuente pero, con toda su verosimilitud, construye una historia cotidiana con un muy digno tono épico en la que los lazos son tan fuertes como para querer morir juntos.
Una gran película totalmente recomendable que ningún momento se hará tediosa ni mucho menos entrañable.
Lo mejor: una película cruda y muy creíble.
lo peor: que se hubiera abordado mas a los personajes en su perfil psicológico a ratos se sienten muy vacíos.