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España España · Oviedo
Voto de Gould:
9
Drama. Romance Joan siempre supo lo que quería desde que era una niña. Ahora está a punto de casarse con un millonario, pero las fuerzas de la naturaleza parecerán conspirar para que cambie de idea. (FILMAFFINITY)
26 de agosto de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarta aportación del genial dúo formado por el director británico Michael Powell y el guionista austro-húngaro, nacionalizado británico, Emeric Pressburger conocidos como “The archers” (Los arqueros)

La película parte de un original inicio con los títulos de crédito que acompañan y sirven de resumen y prólogo a la vida y carácter de la decidida protagonista, desde bebé hasta los 25 años en que se inicia la película. Su empeño es casarse con Robert Bellinger, un magnate de la industria química que vive en Kiloran, una de las islas de las Hébridas en Escocia. En su camino hacia la isla, debe detenerse en el pequeño pueblo de Tobermory debido al mal tiempo que le impide tomar un bote hacia la isla. Allí conocerá a una curiosa galería de personajes, McNeill señor de Kiloran (Torquil), Catriona o el rudo marinero Ruairidh Mhór y la estrecha relación con su tierra lo que le hará sentirse progresivamente atraída y fascinada por el entorno.

Esta “cruzada contra el materialismo”, en palabras de Pressburger, situada tangencialmente en el contexto de la segunda guerra mundial, guarda ciertas similitudes argumentales con “A Canterbury tale” (1944). También aquí Powell y Pressburger saben mezclar con inteligente sensibilidad pasado y presente, realidad y leyenda, el peso de la tradición con la urgencia ineludible de la guerra, apoyados en la excelente labor del director de fotografía Erwin Hiller del que se cuenta que la rodó sin fotómetro -son espléndidas las escenas que muestran la rudeza del mar, el respeto que se le debe tener-.

La pareja protagonista es el corazón de la película con una maravillosa Wendy Hiller –que lamentablemente tan poco se prodigó en el cine, centrada como estuvo en su labor teatral – y un irónico Robert Livesey, otro colaborador habitual de la pareja de los arqueros.

Con unos maravillosos diálogos y una admirable naturalidad, la película serpentea los caminos del romanticismo sin dejar de lado, en ningún momento, el fino humor, la ironia y hasta cierta retranca. Con sus excentricidades y originalidades habituales –y algún que otro expresivo gag visual, como esa chistera que se convierte en la chimenea de una locomotora- y con esa prodigiosa capacidad para crear personajes secundarios, tal sólo equiparable a la de Dickens en sus novelas –como el Coronel que practica la cetrería con un águila, o la familia de británicos a los que el gobierno ha cedido un castillo donde, por cierto, aparece una jovencísima Petula Clark de 10 años – es una propuesta ligeramente menos ambiciosa que el resto de sus grandes obras pero igualmente atractiva del irrepetible dúo de cineastas.
Gould
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