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Voto de Entwistle:
3

Voto de Entwistle:
3
6.4
2,811
2 de marzo de 2011
2 de marzo de 2011
18 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Solo en el viejo Hollywood…
Un tratamiento demencial, que en las buenas manos del gordo Hitchcock podría haber llegado a puerto como un asfixiante y turbador drama psicológico, quizás de los mas jodidos de los cincuenta, sin duda.
Una guapa chica de campo se gana la vida en un local de última estofa de la gran ciudad. La pobre ya esta blanca como un papel, producto de una vida desordenada llena de alcohol, maltrato psicológico y manoseos varios de pervertidos. Su cabeza ya no funciona muy bien y balbucea palabras con poco sentido, pero aún con la ilusión intacta de salir de la sordidez que la rodea.
En eso está cuando irrumpe en su vida una especie de esquizofrénico paranoide y claramente con una tendencia sicopática. Un tipo peligroso. El cretino en cuestión se obsesiona con la joven de tal manera que se dedica a acosarla, zamarrearla, agobiarla con sus alucinaciones, humillarla en público, etc. Como la pobrecilla pasa por uno de sus episodios de abstinencia, media dormida y confusa, no sabe como defenderse del interdicto. Mas tarde, logra componerse y escapar del orate. Pero como estos sicópatas gozan de muchos recursos, el tipo se las arregla para perseguirla, tomarla con violencia, secuestrarla y subirla en un bus. En una cabaña aislada en la nieve se desarrollará el clímax de la historia. De miedo, ¿no?
Es en el tercer acto de la cinta, donde Logan intenta quemar todos sus recursos dramáticos para rodar un par de secuencias con mucha clase, con la desesperada misión de redimir como sea a los personajes antes expuestos. Claramente, no lo logra. No por su culpa sino si no por el desastre casi bíblico de la primera mitad, la que reboza del peor de los gustos y de un humor antidiluviano. La interpretación (y personaje) del tal Don Murray raya los límites de la decencia y de lo humanamente aguantable. Quedará en los archivos como lo mas deleznable captado alguna vez en celuloide.
La Monroe, muchas veces la única razón que nos impide alejarnos de este tipo de bodrios, logra una interpretación digna y hace lo que puede con su personaje, gracias a la ayuda de Joshua Logan. El director rueda con mucho brío las secuencias del rodeo y dota a sus secundarios de historias mucho mas interesantes, pero por razones de fuerza mayor, no logra desarrollarlas.
Pese a todo, una experiencia fílmica única. Ya sea entretenida para algunos o repugnante para otros, no pasa desapercibida.
Un tratamiento demencial, que en las buenas manos del gordo Hitchcock podría haber llegado a puerto como un asfixiante y turbador drama psicológico, quizás de los mas jodidos de los cincuenta, sin duda.
Una guapa chica de campo se gana la vida en un local de última estofa de la gran ciudad. La pobre ya esta blanca como un papel, producto de una vida desordenada llena de alcohol, maltrato psicológico y manoseos varios de pervertidos. Su cabeza ya no funciona muy bien y balbucea palabras con poco sentido, pero aún con la ilusión intacta de salir de la sordidez que la rodea.
En eso está cuando irrumpe en su vida una especie de esquizofrénico paranoide y claramente con una tendencia sicopática. Un tipo peligroso. El cretino en cuestión se obsesiona con la joven de tal manera que se dedica a acosarla, zamarrearla, agobiarla con sus alucinaciones, humillarla en público, etc. Como la pobrecilla pasa por uno de sus episodios de abstinencia, media dormida y confusa, no sabe como defenderse del interdicto. Mas tarde, logra componerse y escapar del orate. Pero como estos sicópatas gozan de muchos recursos, el tipo se las arregla para perseguirla, tomarla con violencia, secuestrarla y subirla en un bus. En una cabaña aislada en la nieve se desarrollará el clímax de la historia. De miedo, ¿no?
Es en el tercer acto de la cinta, donde Logan intenta quemar todos sus recursos dramáticos para rodar un par de secuencias con mucha clase, con la desesperada misión de redimir como sea a los personajes antes expuestos. Claramente, no lo logra. No por su culpa sino si no por el desastre casi bíblico de la primera mitad, la que reboza del peor de los gustos y de un humor antidiluviano. La interpretación (y personaje) del tal Don Murray raya los límites de la decencia y de lo humanamente aguantable. Quedará en los archivos como lo mas deleznable captado alguna vez en celuloide.
La Monroe, muchas veces la única razón que nos impide alejarnos de este tipo de bodrios, logra una interpretación digna y hace lo que puede con su personaje, gracias a la ayuda de Joshua Logan. El director rueda con mucho brío las secuencias del rodeo y dota a sus secundarios de historias mucho mas interesantes, pero por razones de fuerza mayor, no logra desarrollarlas.
Pese a todo, una experiencia fílmica única. Ya sea entretenida para algunos o repugnante para otros, no pasa desapercibida.