Recuerdo haber visto esta película cuando se estrenó y, por aquel entonces, me pareció interesante. Incluso me atrevo a decir que me impresionaron las habilidades interpretativas de Jaenada.
Ayer la vi a trozos mientras zapeaba, más que nada porque mi capacidad para soportar la vergüenza ajena ha menguado considerablemente en estos diez últimos años, y pienso justo lo contrario de lo que acabo de decir.

Qué cosa más mala, más insultante para el teatro alternativo, para el teatro clásico, para el arte en general, que poco original, pretenciosa y simplona. ¿El autor esperaba emocionar a alguien con esa retaíla de absurda pseudo provocación? ¿En serio ese grupo de niñatos pretende ser más revolucionario que la generación de las Vanguardias?

Los diálogos son ramplones y previsibles, la inteligencia de la trama es nula y, Jaenada... qué decir de la pueril caricatura de Camarón. Sobreactúa tanto y es tan poco creíble que parece que lo tienes en tu propia casa viendo la película contigo, totalmente fuera de la historia y de la pantalla.