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5.8
15,687
Romance. Comedia
Max Skinner (Russell Crowe), un experto en inversiones viaja desde Londres hasta Provenza para vender un pequeño viñedo que ha heredado de un tío al que estuvo muy unido en su niñez. Lo que no esperaba en absoluto es que éste fuera el punto de partida de un estimulante capítulo de su vida. (FILMAFFINITY)
8 de junio de 2014
8 de junio de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No puedo añadir nada más respecto de las bondades de dirección, interpretación y ritmo de esta comedia, que para mí son excelentes, sin embargo es curioso leer las críticas, algunas de las cuales son críticas tomadas demasiado en serio, muy a pecho, y descubrir las diferentes percepciones al visionar una misma historia.
Por más que le pese a quien le pese, la Provenza es real, y existe de verdad, aunque sea en un albergue de tres al cuarto, donde esta comedia romántica podía haber transcurrido perfectamente. La dicotomía no es entre la naturaleza, que por si alguien se hubiese despistado es la gran protagonista de esta película (" es tu vida lo que no encaja con este lugar") y la ciudad, pues resulta que la naturaleza no es aquello que está fuera de la ciudad, que es verde y donde hay arbolitos y pajaritos, sino entre la esencia del ser humano y su ego. La naturaleza es el estado original del planeta, y del ser humano, es la esencia del universo, la naturaleza también está por tanto en la ciudad, pues es el auténtico alma de todo lo que nos rodea, y por ello entender que la calma, la serenidad, la paz y el silencio de un lugar como el reflejado en el metraje, es algo ñoño, en mi opinión es haberse perdido lo mejor de esta película, y en definitiva su principal mensaje, por no decir, lo mejor de la vida.
Me ha llamado poderosamente la atención, la diferente visión de un chateau abandondado que tienen los americanos, con sus historias de terror para no dormir, fantasmas y asesinatos, y la de un europeo, que a través de su protagonista, en los recuerdos ciertamente fantasmagóricos de su tío que inundan la casona no ve más que con entrañable cariño a 'la persona que más le quería en el mundo'.
Quién, que no lo haya tenido, no hubiera deseado un tío como el del filme, que, a pesar de sus devaneos, dedica el tiempo suficiente a su pequeño sobrino como para permitirse el lujo de dispensarle con elegante naturalidad sabias enseñanzas sobre la vida.
Y es que cada uno ve lo que quiere ver, y me alegro por los personajes que protagonizan esta historia, pues un buen año lo merece todo el mundo.
Por más que le pese a quien le pese, la Provenza es real, y existe de verdad, aunque sea en un albergue de tres al cuarto, donde esta comedia romántica podía haber transcurrido perfectamente. La dicotomía no es entre la naturaleza, que por si alguien se hubiese despistado es la gran protagonista de esta película (" es tu vida lo que no encaja con este lugar") y la ciudad, pues resulta que la naturaleza no es aquello que está fuera de la ciudad, que es verde y donde hay arbolitos y pajaritos, sino entre la esencia del ser humano y su ego. La naturaleza es el estado original del planeta, y del ser humano, es la esencia del universo, la naturaleza también está por tanto en la ciudad, pues es el auténtico alma de todo lo que nos rodea, y por ello entender que la calma, la serenidad, la paz y el silencio de un lugar como el reflejado en el metraje, es algo ñoño, en mi opinión es haberse perdido lo mejor de esta película, y en definitiva su principal mensaje, por no decir, lo mejor de la vida.
Me ha llamado poderosamente la atención, la diferente visión de un chateau abandondado que tienen los americanos, con sus historias de terror para no dormir, fantasmas y asesinatos, y la de un europeo, que a través de su protagonista, en los recuerdos ciertamente fantasmagóricos de su tío que inundan la casona no ve más que con entrañable cariño a 'la persona que más le quería en el mundo'.
Quién, que no lo haya tenido, no hubiera deseado un tío como el del filme, que, a pesar de sus devaneos, dedica el tiempo suficiente a su pequeño sobrino como para permitirse el lujo de dispensarle con elegante naturalidad sabias enseñanzas sobre la vida.
Y es que cada uno ve lo que quiere ver, y me alegro por los personajes que protagonizan esta historia, pues un buen año lo merece todo el mundo.