Esta película -si bien dudo que esta abyecta construcción de imágenes sea merecedora de recibir esta denominación- sirve al menos para confirmar que sólo la estupidez humana puede ser tan infinita como el universo. La acogida que ha tenido este producto entre buena parte del público joven nos hace pensar que el serrín está desbancando a las otrora importantes neuronas. De otro modo no podríamos explicar como este armazón sustentado sobre escenas escatológicas pueda ser considerado humorístico.