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España España · Barcelona
Voto de Jan Cl Mth:
4
Thriller. Intriga. Drama Irán, año 1979. Cuando la embajada de los Estados Unidos en Teherán es ocupada por seguidores del Ayatolá Jomeini para pedir la extradición del Sha de Persia, la CIA y el gobierno canadiense organizaron una operación para rescatar a seis diplomáticos estadounidenses que se habían refugiado en la casa del embajador de Canadá. Con este fin se recurrió a un experto en rescatar rehenes y se preparó el escenario para el rodaje de una ... [+]
20 de abril de 2013
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Argo se opera una predisposición del espectador en contra de Irán. No obstante, en primera instancia parece que se critica las relaciones internacionales de Estados Unidos. Después de mostrar un resumen en cómics del criticable papel de los EUA en la dictadura sanguinaria, claramente de una óptica auto-crítica y sincera, se hace la trampa de arrancar con el primer plano de imagen fílmica que es la bandera americana quemándose. De ese modo, se advierte al espectador de que por mucho que los estadounidenses hayan causado esa situación de destroza al país, allí está el enemigo. El enemigo es externo, reconocible y peligroso, y se llama Irán. Así se une a la audiencia norteamericana, no se la crítica. Esta imagen de miedo prácticamente se solapa con la voz over diciendo basado en una historia real (el enemigo es externo y real) y con el montaje de sonido creando un respaldo de multitud muy bien conseguido (el enemigo es grande y homogéneo), que aliña la imagen de terror con un puente hacia la actualidad que infunde más miedo y une más a la audiencia.

Se sigue creando esa imagen de enemigo con las imágenes de Affleck caminando por Teherán por primera vez: todo el mundo es terrorista y lo mira con ansias de matarlo. Se remarca con la idea clara de que el enemigo “lo mira”. Todos los personajes que aparecen son negativos. También se detecta un esfuerzo por borrarles toda posible identidad, mostrando pocos ejemplos, que dejan claro que no son planos de detalles al azar sino que son generalizaciones de la sociedad. En un minuto: un joven que arrestan violentamente, una mujer con niqab comiendo KFC, un ahorcado en una grúa, y toda la gente mirándolo con hostilidad.

Compositivamente, se trabaja en la misma línea, diferenciando los americanos con primeros planos y los iraníes con planos generales, o planos primeros donde aparezcan varios iraníes todos iguales, con la misma ropa uniformada, mismas barbas, moviéndose igual y con un mismo papel como personajes. El primer plano tiene tanta fuerza que puede hacer que una interpretación que roza la parálisis facial parezca un ejercio dramático profundo y que una mirada de curiosidad de un extra sea parte de un linchamiento que se avecina. Con un buen dominio de la técnica, los americanos son personajes positivos y únicos, y los iraníes un gran “otro” al estilo más lacaniano.

En la voz, se utiliza el recurso de las películas norteamericanas de no subtitular al demonio. Es homogeneización, los iraníes hablan pero no se diferencian por palabras, pues no lo entendemos. Aunque tengan partes destacadas como personajes, se nos impide la posibilidad de entender sus razones o sus estructuras dramáticas, haciendo que los razonamientos en persa parezcan ruidos repetidos como un solo bloque de discurso agresivo y peligroso.

La construcción de los personajes (con la parte metacinematográfica incluída) contribuye a hacer a los americanos diferenciables. Se hace evidente el esmero por dar informacion personal de cada uno de los escondidos en la embajada canadiense, todas las decisiones que se toman son procesos complejos y delicados, pues todos los personajes americanos estan tejidos para dar impresión de matices. Se hace el juego, además, de que se tienen que aprender un personaje nuevo, y está llenísimo también de detalles. Hasta la los agentes de la CIA son diferenciables entre ellos, pues deciden desobedecer órdenes verticales, mientras que los cuerpos de seguridad de Irán son un monolito inalterable. En cambio, en ningún momento, ningún personaje iraní tiene ni siquiera nombre, familia o conflictos. Son parte de una masa indistingible.

El desenlace de la película es como una autohumillación por parte de la producción. Ese miedo que teje podría hacer que la película fuera una posibilidad de cambio o renovación, pero en vez de eso, crea una pasividad que se traduce a 50 minutos de resolución en suspense con una retaíla de casualidades, deus ex macchina y situaciones al límite salvadas aleatoriamente en el último segundo, que dirigen el pensamiento en la construcción fílmica en si y no el tema abordado, de modo que resulta en un entretenimiento pasivo y banal que obedece solo a las directrices imperialistas. El miedo interno aparece, patéticamente, en la intención de la producción de esconder todo posible discurso crítico interno y distraer la intención con estructuras prefabricadas. Aunque en el inicio la película diga que la CIA causó el golpe en Irán, el texto fílmico defiende ciegamente a la CIA como héroes lícitos.
Jan Cl Mth
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