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España España · Granada
Voto de Kikivall:
8
Drama Richard Jewell era un guardia de seguridad en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, el cual descubrió una mochila con explosivos en su interior y evitó un número mayor de víctimas al ayudar a evacuar el área poco antes de que se produjera el estallido. En un principio se le presentó como un héroe cuya intervención salvó vidas, pero posteriormente Jewell pasó a ser considerado el sospechoso número uno y fue investigado como presunto culpable. [+]
25 de abril de 2020
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Richard Jewell era un guardia de seguridad con vocación de policía, que en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 descubrió una mochila con explosivos en su interior. Su acción evitó una masacre. Pero si al principio fue considerado como un héroe, al poco pasó a ser considerado el gran sospechoso y presunto culpable.

Clint Eastwood ha ido reflejando en su cine una cruzada en favor de los héroes anónimos de su país, Sully (2008), El francotirador (2014), 15:17 Tren a París (2018), con resultados diversos en cada filme; y esta sería la cuarta entrega del héroe, en este caso del héroe transmutado tirano.

Pero no es mero afán hagiográfico el de Eastwood en este film. También hay un análisis no siempre complaciente de las estructuras sociales, ideológicas, morales y políticas que rodean a los protagonistas, con crítica, acidez y claroscuros en sus observaciones. Quizá el punto más polémico es la prensa, con sus cámaras y micrófonos acechando a la puerta de la casa de Jewell a ver qué pescan; sin contar el trasfondo sexual de la periodista principal, que obtiene información seduciendo: ¡ay!

El segundo estamento en el punto de mira es la policía y acompañando, las estructuras del Estado que a toda costa pretenden encausar a un inocente por intereses que desprecian lo que no se ajusta a su plan anticipadamente diseñado. Para contrarrestar tamaño despropósito tenemos a un abogado arrojado y leal con la justicia y la ley.

Y la víctima, un Jewell de entendederas breves, lejos del glamour que se le supone al héroe. Por lo tanto no puede serlo. Con una madre amantísima y sobreprotectora y a pesar de ella, la víctima puede al fin levantar cabeza gracias a cierta inspiración y fe en la lógica de la justicia, lo cual lo salva.

Creo que a Clint Eastwood le ha salido una película cargada de verdad y de talento cinematográfico. Es como una pieza de manual conducida por un excelente guion de Billy Ray (experto en los entresijos de las certezas mentirosas), basado en un artículo de Marie Brenner, un hecho real en el cual Eastwood mezcla sabiamente el melodrama, la comedia, los judiciales, los policiales y la fábula moral. Todo en un solo producto complejo y poliédrico narrado con pulso firme y clásico, y extrayendo la verdad y la honestidad en cada gesto, mirada y en cada frase.

Y omnipresente la belleza del trabajo de cámara y de luz de Eastwood y una fotografía de lujo de Yves Bélanger, junto a una excelente música de Arturo Sandoval; todo ello apenas se nota porque es invisible, pero está.

En el reparto destaca un excelente Paul Walter Hauser, a quien Eastwood sabe arrancar la magnífica y polémica verdad de un tipo simplón, incapaz de relacionarse con otra mujer que no sea su madre. Actores más que mejores con un excelente Sam Rockewell como el abogado Watson Bryan; Kathy Bates siempre sensacional, en este caso como madre amantísima; muy bien Olivia Wilde como la heterodoxa periodista; y el inexorable agente del FBI Jon Hamm.

Concluyendo, estamos ante una estupenda y emotiva cinta que pasará a engrosar la lista de las obras importantes de Eastwood. En el punto de mira las instituciones oficiales; los medios de comunicación en entredicho; y un inconmovible afán por la verdad en todo el filme.
Kikivall
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