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España España · Granada
Voto de Kikivall:
8
Acción. Cine negro. Thriller Jack Carter es uno de los gángsters más poderosos de toda inglaterra. Su hermano acaba de morir y se dirige a Newcastle para asistir al funeral. Aún así, sigue creyendo que no ha sido una muerte natural. Carter ha decidido investigar quién es el culpable y, por ello, se verá dentro de una red de mentiras que espera le conduzcan hasta el hombre que ordenó el asesinato de su hermano. (FILMAFFINITY)
5 de enero de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jack Carter es un prestigioso asesino a sueldo conocido en toda Gran Bretaña. Cuando se entera que su hermano Frank, con quien tiene sus diferencias, acaba de morir, se dirige a su ciudad natal, New Castle, para asistir al funeral, desoyendo las indicaciones de sus jefes en Londres.

Esta es la Ópera Prima de Mike Hodges, un director que desarrolló toda su carrera en Inglaterra, con algunas películas meritorias como Historias peligrosas, 1972, Réquiem por los que van a morir, 1987, Flash Gordon, 1980, o Croupier, 1998. Pues bien, creo que Hodges lleva a cabo una gran dirección en este su primer largometraje, ofreciendo una mirada muy sutil sobre los criminales del film, y en torno a los escenarios en que se desenvuelven. Es una película cargada de naturalismo, que retrata la maldad humana con una austeridad que deviene fría y nihilista. El guión está excelentemente escrito por el propio Hodges, adaptación de la novela del escritor británico de Manchester Ted Lewis, de título Jak´s Return Home (1970), considerada una de las mejores novelas de crimen británicas; tanto que fue reeditada con el nuevo título del film: Get Carter. Lewis fue, uno de los escritores que fundaron el género negro inglés. Pues bien, el guión resultante es excepcional.

Esta película significa un cambio con relación al género negro anterior. Lejos del glamour o el lujo de aquellas películas negras de los cuarenta, cincuenta e incluso sesenta, en que los gánsteres vivían opulentamente en mansiones y lugares excelsos, ostentosos y brillantes, eran ingeniosos y ocurrentes, etc., en esta película anti glamurosa, se retrata un contexto y unos personajes más bien toscos, con escasos recursos a todo nivel y pocas luces; a ello se une un ambiente gris y pobre. Esta cinta inicia un cine de crímenes inmerso en una época a principios de los setenta, que fue el momento turbio en que la droga dura asomó por primera vez su faz más horrible, un tiempo decadente, que Hodges retrata muy bien con paisajes donde predomina el hormigón, el asfalto, la mugre, con días neblinosos, los hipódromos en mal estado, casas empapeladas con papeles de flores y horribles rayas, programas televisados violentos, el desempleo como fruto declinante del esplendor industrial, la bebida a toda hora, las calles oscuras, los bares sucios, rostros curtidos, una ciudad costera de embarcaderos cuarteados con el agua negra, y todo, lleno de hampones puramente horteras dedicados al porno y faltos de higiene. Un panorama, el que dibuja Hodges, sórdido y nada halagüeño ni esperanzador, y mucho menos bonito. Además, el guión refleja el gansterismo del momento, las partidas de cartas a cara de perro, miradas de reojo, el recelo en los rostros y el gatillo fácil. La música de Roy Budd es magnífica, mezcla de la oscura psicodelia del movimiento Northen Soul del norte inglés de los setenta, con una hipnótica melodía que suena al principio y al final; y acompaña a la perfección la fotografía oscura de Wolfgang Suschitzky.

En esta película el reparto se personifica por encima del resto de actores en el ya mítico Michael Caine, que interpreta al personaje de Jack Carter, un individuo atractivo y odioso a partes iguales, además de elegante, dotado de un negro sentido del humor y extremadamente cruel y despiadado. Su semblante hierático alberga un potencial de peligro que Caine sabe transmitir. Al lado de Caine destaca un magnífico Ian Hendri como sicario escondido tras sus gafas oscuras.

Podría decirse que es una cinta muy cool, desde el punto de vista más etimológico del término: la frialdad del personaje. Cartes es la encarnación viva del concepto de antihéroe, pues el personaje nada tiene de tal; no alberga en nada sentimientos bondadosos como los genuinos héroes. Jack Carter está motivado meramente por la violencia de su propia naturaleza. No tiene familia ni lazos de amor con las mujeres a las que meramente utiliza y tira; ni siquiera tenía lazos afectuosos con su hermano, salvo la única forma de amor fraternal de la que es capaz: matar a sus asesinos.

Al final, dentro de este encuadre ignominioso, duro y mórbido lo que va a ocurrir es lo que ya se anticipa: una explosión de violencia.
Kikivall
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