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España España · Granada
Voto de Kikivall:
5
Bélico. Drama En lo más crudo de la Primera Guerra Mundial, dos jóvenes soldados británicos, Schofield (George MacKay) y Blake (Dean-Charles Chapman) reciben una misión aparentemente imposible. En una carrera contrarreloj, deberán atravesar el territorio enemigo para entregar un mensaje que evitará un mortífero ataque contra cientos de soldados, entre ellos el propio hermano de Blake.
20 de enero de 2020
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entiendo precipitado decir que «1917» será la película de 2020; se puede incurrir en esa tentación viendo las críticas y las salas atestadas para ver la cinta.

Sam Mendes es un hombre que viene del teatro y además presume de ello. No hay que olvidar este extremo. Pues Mendes tal vez rueda esta película pensando más en un escenario que en la pantalla.

Según Mendes, coescribió la película junto a Krysty Wilson-Cairns, inspirándose en historias de la I Guerra Mundial que le escuchó a su abuelo, que había participado en ella. Como cineasta, Sam Mendes tiene sus aptitudes y cierto potencial para la narración y el subrayado emocional, y al contar su relato lo hace en espacio y tiempo (casi) reales, desde que los jóvenes inician su misión hasta varios kilómetros y horas más adelante. Curioso.

El film es una superproducción con cientos de extras, coreografías inverosímiles y numerosos efectos visuales en un alarde de planificación y ejecución; y esos planos secuencia, que dicen que son dos, pero que en realidad son más pues la cosa tiene truco. De otro lado, el trabajo de sus principales protagonistas tiene cierta calidad: George MacKay y Dean-Charles Chapman; intervienen también en breves apariciones actores muy sólidos del cine inglés como Benedict Cumberbatch, Colin Firth o Mark Strong. Sin olvidar la suntuosa música de Thomas Newman, muy presente en la banda sonora.

Pero pienso yo que la historia carece de recorrido, pues lo que interesa es la experiencia de la misión en sí. De esta manera Mendes lleva a la pantalla una guerra sin épica, una operación que se desenvuelve por trincheras enfangadas y llenas de cadáveres amontonados donde no hay héroes ni villanos. Solamente dos soldados que corren sin parar en aras a avisar a un destacamento que no entre en combate. El viaje de dos días está plagado de trampas, sucesos y tragedia.

Los frenéticos 'travelling' dentro de las trincheras que recuerdan, salvando las diferencias, a Stanley Kubrick en “Senderos de gloria”; recurso éste que quiere reflejar la orfandad y el desamparo de quienes van a morir o con suerte sobrevivir. Pero a decir verdad, Mendes y el cinematógrafo Roger Deakins no nos hacen sentir el espanto de la guerra ni la claustrofobia de las trincheras, porque los elaborados 'travelings' acaban siendo una distracción; en vez de centrarse en lo que sucede dentro del plano, más bien que nos invitan a contemplar el tal virtuosismo plan circo, preguntándonos quién habrá sido el virguero que consiguió esos efectos. El asunto es si el puro uso de la técnica sirve para que el espectador se adentre de forma veraz en el sufrimiento de los personajes. Yo lo dudo, pues el virtuosismo de la cámara, los espectáculos visuales y la puesta en escena ahogan en cierto modo la narración.

El resultado es una película que, pensada para honrar a los británicos que murieron en la tal guerra, más que hacernos sentir el padecer de quienes dieron la cara y pusieron el cuerpo, más que todo eso, nos quedamos atentos al prodigio y el lucimiento de quienes hacen posible la película. Nadie va a negar que haya mucho alarde técnico, pero también ciertas inconsistencias en el guion. La resultante es un sumatorio de instantes a los cuales hay que sobrevivir en una carrera a ninguna parte pues como le advierte el oficial al final al joven soldado: “la guerra no acabará hasta que permanezca un soldado en pie”.

Si tuviera que resumir diría así: película esquemática, guion deficitario donde los personajes aparecen gratuitamente, decorado teatral, los enemigos alemanes son muy malos, irrealidad sobre lo que es la vida castrense con mandos amables e incluso bonachones. La secuencia de la vaca recién ordeñada (todas muertas menos una) es para cabrear, la aparición de los americanos tras de la muerte del amigo metida con calzador, frenética carrera por las trincheras, como si fuera una pista deportiva, pretende imitar con escaso éxito a KubrIck (sus travelling por las trincheras, pero le habría dado un síncope a Stanley viendo este filme). En fin, le darán veinte Oscar, la premiarán, muchos críticos la pondrán por las nubes. Pero esta cinta no tiene nada que ver con otras películas de guerra como Senderos de Gloria, Apocalisis Now, La delgada línea roja, Sin novedad en el frente, Objetivo Birmania y algunas docenas más. Es sobre todo efectista.
Kikivall
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