Quede claro que la caza de ballenas es una maldad más realizada por el ser humano.Hasta los años ochenta del siglo pasado no se le puso coto y aún así continúa la caza por parte de algunos países. Un animal hermoso, pacífico y que contribuye a la regeneración del mar y a dar alimentos a otros peces.
Por otro lado, la novela de Melville es otro mar literario, lleno de matices, de contrastes.
Aquí todo se reduce a la obsesión del capitán Ahab con la ballena blanca.
Pero aclarado esto, el rodaje es perfecto, con escenas reales, y con un manejo de la cámara realmente asombroso.
Gregory Peek quizá no era el actor adecuado para este papel, pero en esa época atraía mucho y llenaba cines. Tampoco me convence el actor del arponero Queequeg, que en la novela da mucho más juego.
Pero teniendo todo en cuenta es una gran película, gracias también a un guión escueto e inteligente, con calidad en los diálogos.
Técnicamente es un ejemplo mayúsculo de cómo se rueda en casi un único lugar, el barco, con una admirable diversidad de planos