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España España · sevilla
Voto de drelles:
9
Drama. Romance Es verano y Madrid está casi desierta. Elisa (Catherine Spaak), una joven burguesa que está preparando la tesis doctoral, necesita los servicios de un fotógrafo para ilustrar su trabajo. Contrata a Pablo (Frédéric de Pasquale), un hombre algo bohemio, extraño y solitario que vive con su hijo (José Luis Alonso). A pesar de un malentendido inicial, ambos se sienten mutuamente atraídos; empieza así una relación que para ella no es más que ... [+]
9 de septiembre de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El amor es una aventura arriesgada y sorprendente. En un instante puede llevarte de la cima a la sima, desde la cumbre de la exaltación y la alegría de vivir hasta las profundidades en las que se sitúa la antesala del Infierno. Hay quienes viven varias experiencias amorosas en sus vidas, pero los fracasos previos apenas les sirven para evitar errores futuros. Dicen que hay quienes solo conocen un único amor en sus existencias que sea pleno y satisfactorio. La mayoría, sin embargo, no conoce el vértigo de la pasión y pasarán por la vida sin esta imprescindible experiencia, conformándose con sucedáneos.

De este asunto tan trillado trata esta maravillosa película. Sus protagonistas se entregan al amor de forma distinta. Ella, parece que vive un fugaz pasatiempo veraniego, no llega a sumergirse del todo en el torbellino de la pasión, aunque en algún momento de la trama parece dudarlo. Él, por el contrario, se entrega al amor con el ansia de un náufrago que trata de asirse a un clavo ardiendo.

Desde luego se trata de un amor difícil, pero habría que haberlo intentado con la misma ilusión que la del niño que completa el trío. La apuesta es desigual: ella apenas arriesga nada, quizá en el futuro incluso llegue a olvidarse de la experiencia; él, por su parte, lo apuesta todo. La suerte está echada.

Esta trama amorosa está tratada con mucho esmero y sutileza por el gran director Mario Camus, autor de excelente trayectoria que aquí logró su obra cumbre. El guion es de gran perfección, muy superior a la liviana trama del cuento de Aldecoa en que se basa la historia; pero es en la realización donde alcanza el virtuosismo con planos de gran intensidad como los que se desarrollan en el bar de copas, en los que utiliza un arma que pocos directores saben manejar como él: el juego de las miradas, la más delicada esencia de la gramática cinematográfica. Otros momentos de gran emoción son el plano sobre la nuca de Elisa en el restaurante, un instante de gran tensión; la escena a tres en el cine con el tierno intercambio de asientos; la visita al amigo poeta, con el brillante recital de poemas y los fogonazos que iluminan los recuerdos de la protagonista; aparte, claro está, del memorable final que no comento.

Lástima que no hubiera tenido la paciencia o el dinero preciso para pulir algunos aspectos: los planos iniciales son impropios de una obra de tanta profundidad, la secuencia de la fiesta es algo chirriante y mejorable; por último, la música del siempre excelente García Abril es poco variada.

Pese a estos defectos, la considero la mejor película de Camus y una de las diez mejores de nuestro cine. Es tan buena que hasta los programadores de TVE se olvidaron de interrumpir los títulos de crédito finales.
drelles
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